domingo, 13 de mayo de 2012

El proceso creativo

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Decir en voz alta: ¡Quiero escribir! termina siendo visto como una petición. Todo el que te escucha, sea escritor o no, sea lector o no, de repente, tendrá una opinión sobre lo que debes o no hacer. Cuando comencé a escribir recibí muchos consejos, quiero pensar que bien intencionados, sobre cómo escribir. Primero haz esto, y luego aquello, me decían unos. No, no, es al revés, decían los otros. Lo importante es saber de qué vas a escribir, me juraron. O, no, lo importante es que quieres transmitir. Los consejos eran numerosos.

Ninguno me sirvió de mucho. Lo que sí lograron fue confundirme por un tiempo. Intentaba planear los cuentos. Sentarme y madurar una idea antes de ponerla en papel. Analizar que pensaba transmitir y como iba a hacerlo. Y, después de todo ese análisis, nunca escribía nada.

Claro, era muy joven entonces. Tomaba todos los consejos. Me importaba muchísimo lo que dijeran los demás. 

La vida te va dando lecciones. La primera de ellas, y quizás, la mas importantes, es que todo el mundo tiene una manera de hacer las cosas. Pero no son intercambiables. Es necesario encontrar tu propia manera de hacerlas,  o nunca te sentirás satisfecho.

Conozco gente que no puedo escribir en computadora. Que necesita escribir sus historias a mano o no les viene la inspiración. A mí, al contrario, la libreta me causa algo así como ansiedad. La página en blanco parece estar burlándose de mí cada vez que intento escribir con pluma y papel, como en los viejos tiempos. Además odio tachar (siempre he dicho que tengo rasgos de OCD) y cuando quiero corregir algo termino comenzando de nuevo. Al final no avanzo nada.

La computadora, sin embargo, me inspira. Es tan fácil escribir, cambiar de opinión, editar enseguida. No necesito un diccionario porque ella misma me sugiere sinónimos y me señala las palabras repetidas. Si no fuera por ella no sé si podría escribir.

Tampoco soy de esas que planea absolutamente todo. Entiendo los méritos de saber lo que viene, pero yo no puedo funcionar así. Cuando se lo que viene ya no quiero escribirlo. A mí me gusta descubrir la historia mientras la voy escribiendo. Yo sé el comienzo. Lo demás surgirá en el camino. Esa es parte de la magia.

Un muy querido amigo mío escribe con música alta. Yo necesito silencio completo. Prefiero la madrugada. Hay algunos que se levantan a las 5 AM para escribir. Yo nunca me he puesto horarios. Escribo cuando salga. A veces sale todo de una. A veces no se me ocurre nada por meses. Así es la inspiración. 

Hay variantes de todo. Esas cosas que te dicen, normalmente tienen una razón de ser. Pero no todas tienen que ser ciertas para ti. 

Cada uno tiene su proceso creativo. Y, quizás, la lección más importante que se puede tomar de tantos escritores y tantas maneras de hacer las cosas es que, todos funcionan. Solo es cuestión de encontrar el que le funcione a uno.

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