Algunos días me levanto y soy simplemente una
persona con cabello ondulado. Claro, tengo otros problemas, como que tengo
demasiado cabello, la hebra muy gruesa y una aversión por el blower que me hace
repetir el mismo peinado día a día, porque es, al final, lo más fácil.
Nada de eso importa la mayoría de las mañanas, donde
me paro y tengo problemas más grandes que mi cabello (las ojeras, por ejemplo.
Ya sé que dicen que son genéticas y todo eso, pero esto es absurdo. ¿Cómo es
posible dormir 8 horas y tener tantas ojeras?). Primero viene el maquillaje.
Luego el sufrir frente al closet lleno (ya hemos tenido esta discusión). Luego
que si los zapatos combinan y que si la cartera, y oh, no, tengo demasiados
accesorios y no tengo idea que va con esto. Como entenderán mi cabello es la última
preocupación de la mañana.
Otros días me levanto y soy algo así como Hermione,
pero en el primer libro/película, allá cuando su cabello no había experimentado
las maravillas que un poco de magia/Holllywood, pueden causar. Ya sé que se lo
imaginan. Algo así, como la reencarnación de Tina Turner en los ochentas, con los
cabellos para todos lados y ninguna posibilidad de lucir remotamente presentable
a menos que me lo amarre.
Son días como esos donde comienzo a apreciar el
cabello liso. Claro, el blower les dura exactamente tres minutos (a mi hasta
que no me eche agua encima no se me va) y los rizos duran medio minuto (la
tenaza también es mi amiga, los rizos pueden durarme para siempre), pero al
menos aquellas afortunadas con cabello liso no tienen que sufrir lo que sufro
yo, mañanas como hoy, frente al espejo.
*Traté de encontrar una foto de un “bad hair day”,
pero creo firmemente que nadie se toma fotos esos días. O eso a las escondí tan
bien que ni yo puedo encontrarlas ahora. Así que los dejo con una foto de mi
cabello, y del cabello que, a veces, querría tener…
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