Comienzo por decirles que no tengo la respuesta, eh.
No vaya a ser que estén esperando encontrar una fórmula mágica o algo por el
estilo. En verdad no tengo la menor idea aunque ya lo he intentado dos veces, y
terminado una de ellas.
La verdad es que siempre he pensado que no tengo
madera de novelista. Siempre he querido
escribir una novela, pero quizás, en el fondo, mi personalidad se ajusta más a
la de una cuentista. Odio los planes. Nunca se cómo van a terminar las cosas
cuando comienzo a escribir. Me encantan las frases cortas. Y odio más que a
nada las descripciones largas. Tampoco soy gran fanática de los diálogos.
Se preguntaran por qué, a pesar de todo esto,
insisto en intentar con una novela. Supongo que por varias cosas. Primero,
porque tengo algo que contar. Así es con todo, ¿no? Es la misma razón de
siempre para escribir. Pero, más allá de eso, estar sin escribir me enferma. Ya
sé, dirán que es cliché, pero es parte de la razón por la que comencé este
blog. Antes, cuando escribía una columna al menos tenía algún lugar donde
divagar semanalmente. Ahora, me queda el internet. Y mi novela/cuentos.
Los cuentos, sin embargo, se terminan muy rápido.
Como soy de las que no planeo puedo fácilmente escribir uno en una hora. Todo sale
de una. Una vez que he terminado tengo que dejarlo un rato. Es imposible editar
enseguida. Y vuelve el vacío.
Al menos mi trabajo me permite estar escribiendo
todo el día, pero en los escritos legales uno no puede realmente dejar volar la
imaginación, si me entienden. Necesito encontrar otra manera de expresarme.
Una que viene con sus problemas, claro está. Primero
porque cada capítulo es más largo que cualquier cuento que he escrito en mi
vida. (No es broma, creo que mi cuento mas largo tiene 7 páginas, algo así) Segundo
porque hay que tener alguna idea de lo que viene después. Un plan. Hay gente
que conozco que dibuja mapas y hace planos de la casa donde viven sus
personajes. Yo de a milagro sé cómo termina mi historia.
He intentado hacerlo de la otra manera, lo juro.
Pero mis planes no sirven para nada. Y si intento planear antes de comenzar, me
bloqueo. Solo es posible planear cuando ya llevo al menos dos páginas escritas.
Tengo que dejar que las cosas fluyan. Alguien me dijo alguna vez que hay que
educar a la mente, pero la mía se rehúsa a ser educada. Quiere vivir libre.
Esto me hace pensar que soy la peor aspirante a
novelista en la historia, pero aun así, sigo tratando. Quiero creer que, como
en todo, hay mil formas de escribir una novela. Solo es cuestión de encontrar
la que le sirva a uno.
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