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viernes, 14 de septiembre de 2012

Los zapatos no engordan...

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Hoy vi esta frase en un comercial de Félix, y me hizo sonreír. Supongo que la idea es apelar al hecho de que los zapatos, así como los chocolates, el helado, o quien sabe qué cosa más, vienen a ser algo así como un guilty pleasure. Pero como a mí los zapatos no me hacen sentir guilty, y solo son un pleasure, pues como que la propaganda no va conmigo.

No negaré mis guilty pleasures, eh. Todo el mundo los tiene. Grey’s Anatomy. Chocolate Nougat Crunch Ice Cream. Mountain Dew. Clueless. Tater tots. Sex and the City. Nutella. Country music. Papas fritas con batido de vainilla. (Del McDonalds, preferiblemente). Romance novels. Gummy bears. Chilli Dogs. The Notebook. 10 Things I hate about you.

Esos, esos son guilty pleasures de verdad. Lo de los zapatos, bueno…lo de los zapatos es algo así como una necesidad.  Yo soy, generalmente, bastante buena con cosas como presupuesto, moderación, no comprar cosas que no voy a usar y cosas así. (Aunque debo admitir que soy requetemala con eso de combinaciones nuevas, debería hacer de este blog un style blog y así obligarme a intentar combinaciones para las mil cosas que tengo en mi closet). Pero, con los zapatos, pues, todas mis buenas intenciones desaparecen. Simplemente no me puedo resistir.

Algunas mujeres sienten este mismo tipo de fascinación con las carteras (Re: mu hermana). Pero yo no. Lo mío son los zapatos. Estampados. Verdes. Rojos. Amarillos. De color neón. Serios, de esos que solo puedes usar para trabajar. De un tacón altísimo, con los que casi no se puede caminar. Zapatitos bajos. Sandalias. Chancletas. Pantuflas. Yo no discrimino. A mí me gustan los zapatos.

Ya sé, es como una enfermedad. Pero al menos es una que tiene cura (curas temporales, pero curas en fin). Para navidad, y, para hacerme feliz, solo requiero unos zapatos Jimmy Choo.* Ya los tengo vistos y todo. ¿No son los hombres los que siempre se quejan de que no saben cómo complacer a las mujeres? Y yo que solo pido zapatos.


*Pero bueno, también acepto unos Kenneth Cole a los que le tengo el ojo desde hace rato, si el problema es presupuestario. O unas botas chocolates Nine West divinas que vi la semana pasada. O…

martes, 1 de mayo de 2012

El terror al closet lleno.

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La peor parte del día para mí, es, sin lugar a dudas, ese momento donde me paro frente a mi closet lleno y no encuentro que ponerme. O sea, más o menos a las 7AM, de lunes a viernes. A veces tengo buenos días, claro está. El miércoles pasado me salió una combinación inesperada y maravillosa. Pero esto no sucede tan a menudo. Lo que normalmente pasa es que termino con mi uniforme de pantalón negro y camisa blanca/negra/azul oscura, etc. 

No es que no me gustan los colores. Cualquiera que me ha visto vestida para trabajar podría pensar que miento, pero lo prometo, no tengo ningún problema con el naranja, rojo, rosado, etc. Simplemente no tengo idea de cómo ponérmelos. Es más, ni siquiera los visualizo como parte de mi vestuario. Así que no los compro.

Tampoco soy muy buena con eso de las combinaciones. Los vestidos negros están hechos para usarse con zapatos negros. Bueno, quizás con grises. Y una cartera negra. Bueno, quizás una crema. Pero hasta ahí llegamos.

Soy un poco más osada con eso de los zapatos. Tengo algunos de colores. Tacones altísimos. Plataformas. Piel de leopardo. De tigre. De cebra con tacones rojos. Es que los zapatos son lo mío. Tengo miedo de contar la cantidad de pares en mi closet, porque si lo hago me daré cuenta de que ya tengo suficientes y no hay razón para comprar más. 

Pero, en el fondo, el miedo al closet permanece. Y, cada vez más me va entrando este miedo a ser aburrida. Hay algo que sucede cuando uno trabaja en oficinas conservadoras en una profesión donde todo el mundo espera que proyectes seriedad. Y es aún peor cuando eres mujer y, para colmo, aparentas ser más joven de lo que eres. Si no te vistes así, nadie te respeta. Y, poco a poco, la idea se va a apoderando de ti. Te acostumbras.

Aun así, me gustaría encontrar la manera de, poco a poco, ir agregando algo de color a mi vida (digo, closet). Quizás intentar combinaciones más osadas.  No he encontrado la respuesta, pero la próxima vez que vaya de compras prometo mantenerme alejada del negro/beige/blanco/azul. Al menos, por ahora.
 
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