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jueves, 7 de febrero de 2013

Crónica de un sufrimiento anunciado (O, #YoSoyMareaRoja )

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Me levanto en la mañana pensando en ponerme algo rojo, para apoyar, y todo eso, (la propaganda de Balboa me puso sentimental, lo admito) pero tengo una reunión importante y el rojo no es un color que grita seriedad, (esto de ser abogada te da muy pocas opciones en cuestiones de seriedad) así que me conformo con zapatos rojos. Algo es algo.
 
La calle esta de locos. Parece que todo el mundo tiene su mente en el partido. Voy haciendo una lista mental de todas las cosas que tengo que hacer antes de las nueve, no vaya a ser que me quede algo para la mitad del juego. El tiempo se me pasa volando. Antes de que me dé cuenta, el Club de Amigos Pague por Sufrir entra en sesión.

Miro la televisión con algo de asombro durante los primeros quince minutos. Quizás me equivoque de canal, porque, este no puede ser mi país, ¿verdad? Esta no puede ser mi selección. No, tengo que estar soñando. Seguramente todavía es martes y no me he despertado.

Porque mi selección no toca el balón tan bien (a veces ni siquiera tocan el balón, son los reyes del pelotazo). No trabajan ordenado (en Panamá las ideas de orden están un poco desvirtuadas). Los he visto muchas veces. Estos no son. Excepto que sí son. Me lleno de emoción. Quizás, todo este tiempo, han estado jugando al despiste. Era para desequilibrar a los rivales. Quizás si tienen una idea. Tal vez esto no va a ser un sufrimiento.

GOL, GOL, GOOOOOOL!!!! Vamos ganando. No puedo ni moverme. No me atrevo a respirar. No tengo mucho que decir. ¿Y si lo salo? No, no, mejor me quedo calladita. Y luego viene otro. Grito. Me duele el brazo izquierdo. Casi que me va a dar un ataque al corazón (o eso o la diferencia entre una pesa de 10 y una de 15 es bastante más de lo que pensé). Vamos ganando. Fácil. Estamos jugando bien. Los ticos no llegan.

Me permito imaginarme el próximo partido. A Jamaica le ganamos seguro. Podemos hacerle buen partido a México y Estados Unidos. Que traigan a Honduras! Y, de repente…mi defensa, mal parada. Gol de Costa Rica.

Intento convencerme de que nada ha pasado. Trato de volver a mi ensueño. Pero no lo logro. Esta película es repetida. La he visto antes. Más de una vez. NO me gusta mucho el final.

No cambio la televisión, pero prendo la computadora. Intento distraerme mientras escucho el juego. Quizás así el tiempo pasará más rápido. Y, casi. Ya quedan solo diez minutos. Ay, no. Los últimos diez. Los minutos sospechosos. (sospechantes, diría alguno) No miro el reloj, no miro, no miro, no miro y… ¿dónde está la cámara? ¿Qué paso?

Ah. Gol de Costa Rica. (Totalmente perdonado el camarógrafo de RPC, al cabo que ni quería ver el gol). 

Carajo, ya lo debí haber sabido. David Samudio le trata de meter emoción al asunto, quedan seis minutos, vamos Panamá, y todo eso, pero yo ya perdí las esperanzas. (Los jugadores parece que también). Ni me acuerdo de mi ensueño. Ay, mi Panamá. Ay, mi Panamá. 

Pita el árbitro. Mi corazón todavía no se recupera. Me duele todo el cuerpo, como si yo hubiera estado jugando. Hoy fui a hacer ejercicios, ¿verdad? Este dolor no es solo de ver el juego. Ver a la selección  es malo para mí, ya lo sabía yo. Demasiadas emociones fuertes.

Me prometo a mí misma que la próxima, la próxima no me lo tomaré tan a pecho. Desprendimiento. Solo es un juego. JUEGO. El nombre lo dice. No es de vida o muerte. 

Pero, ni yo misma me lo creo. ¿Cuándo es la próxima jornada de sufrimiento? El Club de Amigos Pague por Sufrir se declara en sesión permanente. Vamos, Panamá, que se puede!

miércoles, 8 de agosto de 2012

Club de amigos pague por sufrir

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Ser fanático es saber sufrir. Hay gente que se sube al tren cuando la cosa ya está casi ganada y luego juran y perjuran que han sido fanáticos toda la vida. Pero el verdadero fanático, ese sufre más de lo que disfruta. Ese ve a su equipo descender, aguanta los chistes, cree en el proyecto. Ese cuelga la cabeza cuando su jugador favorito pierde en segunda ronda e intenta ignorar el resto del torneo. Un fanático de verdad, ese ve a su equipo perder su puesto en la postemporada el ultimo día, después de estar diez juegos arriba dos semanas antes y tiene que morderse la lengua para aguantar las lágrimas. 

A mí me gusta llamarlo el “Club de amigos pague por sufrir”. Fanática de los Bravos de Atlanta desde que recuerdo, tengo mucha experiencia con esto de sufrir. No hay nada peor que casi llegar y luego estrellarse. Bueno, eso pensaba yo hasta que los vi quedarse fuera de la postemporada cuando un mes antes estaban diez juegos arriba. Es parte de las maravillas de ser fanático, cuando crees que no puedes sufrir más, ahí van tus equipos y se las ingenian. 

Nadal me ha hecho un par también. Es ir de la felicidad suprema a la angustia mayor, ser fanática de él. Una día ganamos un juego imposible, y un mes después perdemos uno que nadie sabe cómo carajo se perdió. 

Ni hablemos de fútbol americano. Mi primer año completo de seguir a los Broncos de Denver, en 1996, perdieron en la postemporada. Los dos años siguientes ganaron el SuperBowl. ¿Desde entonces? De los años buenos de Mike Shanahan hasta la tortura de Josh McDaniels, ser fanático de los Broncos ha sido, por varios años, un estudio en las mejores maneras de quejarse. Todo ha salido mal. 

Si dejo a Argentina para el final, es porque se lo merecen. Gracias a la selección argentina no puedo ni ver a un alemán, el uniforme de Brasil me causa ansiedad y el Mundial agrura. Pero aquí estoy. Sigo viéndolos. Conozco a los jugadores. Discuto sobre la alineación. Me visto de periodista deportivo para dar mi opinión. ¿Qué se va a hacer? La única otra opción es arrancarme el corazoncito.

Y ahora que me siento a ver las Olimpiadas, y veo a Saladino hacer una falta, dos, tres…y a Edwards salir antes de tiempo, me doy cuenta que mis experiencias me han preparado para esto. Esto es parte del saber sufrir. 

Pero no es sufrir por sufrir, eh. No es sufrir un año, media temporada, mientras tu equipo se recompone y al final, zas, gana algo. Es sufrir por muchos años, esperando que tu equipo te de la felicidad, sabiendo que cada año de sufrimiento hará la eventual victoria un poco más dulce. Pero la victoria no llega. 

Los fanáticos de los Yankees no lo entienden. Los de Boston parecen ya haberlo olvidado. Pero pregúntenle a un fanático de los Cubs, no uno de los Dolphins que es saber sufrir. Seguramente podrán hacer un ensayo sobre el tema.

De una cosa si estoy segura: es mejor sufrir con tu equipo que ser uno de esos que, al final, siempre iba al equipo que ganó. Y es que no es lo mismo. El que sufrió lo sabe. Por esos seguimos siendo miembros del “Club de Amigos pague por sufrir”, porque solo el que sufre disfruta realmente la victoria.
 
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