La mañana, esplendorosa, desplegaba su hermosura por
todas partes, y sin embargo su ya de por sí frágil ánimo se había abismado al
máximo.
Era como si, de repente, se hubiera convertido en otra
persona. Una de ésas que veía las cosas desde afuera, como si el yo fuera el
ello – y se pudiera examinar desde la inconsciencia. Porque la Anna que era –
la Anna que ella conocía, no sería capaz de darse vuelta y sonreír – disfrutar,
mientras a su espalda, alguien sufría. Esa Anna, la que ella era, no sería
capaz de disfrutar del dolor ajeno – no importaba que tan merecido fuera.
Pero, con los ojos fijos al frente esta Anna esbozó
una tímida sonrisa (trató de que fuera una sonrisa grande, pero no pudo), levantó
la cabeza y siguió derecho. El Superyo marcaba el camino.
Quizás esta Anna se había vuelto, finalmente, más
fuerte.
*Tomado del libro "Destinos Circulares" 9 Signos Grupo Editorial, Panamá, 2010.
*Tomado del libro "Destinos Circulares" 9 Signos Grupo Editorial, Panamá, 2010.
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