No es fácil hacer una cosa así, habría que pensárselo
muy bien; no obstante, el tipo no sólo actuaba como si nada sino que obviamente
se excedía.
Un loco en un mundo de cuerdos – o un cuerdo en un
mundo de locos. Una pregunta válida. ¿El o yo? ¿Quién de los dos estaba
equivocado? Para él era muy fácil, para mí extremadamente difícil. Uno de los
dos tenía un problema.
O quizás simplemente es que yo era un cobarde y él
extremadamente valiente. Era la manera más sencilla de verlo. Estábamos hechos
de la misma calaña, quizás. Pero él estaba dispuesto a aceptarlo y yo luchaba
todos los días contra mi naturaleza. Siempre pensé que esto me hacía valiente,
pero en el fondo era él el valiente, porque era el él que se aceptaba tal y
como era, y yo el cobarde, el que rechazaba mi verdadera naturaleza y me
escondía detrás de una máscara. El que pretendía ser otra cosa.
Pero – estoy pensando demasiado, ¿no? Esto de tanto
dialogo interior es una tontería – mejor hacer. Al final la gente te condena
por lo que haces. Nadie se entera de lo que piensas. Yo seré igual que él si lo
hago o no. Nadie se enterará si lo pensé más o no.
Con esta conclusión
agarró la jeringuilla y tomó por fin la decisión. Al fin y al cabo, es
mejor sentir.
*Tomado del libro "Destinos Circulares" 9 Signos Grupo Editorial, Panamá, 2010.
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