Quiero empezar dejando claro que ya sé que soy medio
insoportable con este tema (y seguramente muchos otros). Ya me han dicho snob
varias veces (aunque, para ser honestos, si nos vamos a la verdadera definición
de la palabra tampoco lo soy, pero tengo mis momentos donde, puedo admitirlo,
de verdad parezco una). Pero es que cada vez que veo que va a salir una película
basada en un libro que he leído, o que me gusta, o que amo con todas las
fuerzas de mi corazón, pues me da como agrura.
No lo puedo explicar. Siempre voy a ver las películas.
Hasta me emociono con ellas, Pero, casi siempre, termino decepcionada.
La decepción es directamente proporcional a lo mucho
que me gustó el libro. La ultima versión de “El Conde Montecristo”, mi libro
favorito, tiene un lugar muy especial en mi muro de infamias. (EL FINAL, OH, EL
FINAL. Maldito Hollywood con sus finales felices). Ni quiero hablar de “El
Hombre en la Máscara de Hierro”, porque mi snobismo (ni se si eso es una palabra,
pero ahí se queda), llega al punto de que ni siquiera disfruté a Leonardo
Dicaprio en esa película. Y, créanme, cuando esa película salió todas las
muchachas de mi edad disfrutaban a Leonardo Dicaprio.
Hay una excepción. Siempre la hay. Pero quizás esa excepción
no tiene nada que ver con el hecho de que la trilogía de “El Señor de los
Anillos” sean mejores películas. O que el director sea un verdadero fanático
con un ojo por los detalles. Quizás, el punto más importante, es que Tolkien y yo…pues.
Nos llevamos, ahí, pero no hay así mad
love tampoco. Los leí, sí. Me gustaron, sí. Fan, fan, fan? Eh, como que no.
Muchas descripciones para mi gusto. Y cuando digo muchas, en verdad quiero
decir muchasmuchasmuchasmuchasmuchasmuchasmuchas.
Hasta puedo pensar en una reciente que me gustó, “The
Hunger Games” (me disculpan por no traducir el título, pero ESTE título
realmente pierde feeling en la traducción).
Se parecía bastante al libro, los actores me gustaron muchísimo, y hasta las
escenas nuevas, que no estaban en el libro, me parecieron acertadas. Pero leí
el libro apenas seis meses antes de la película. Mi apego emocional no era
tanto.
Si el tema salió a relucir el día de hoy, fue porque
tuve la oportunidad de ver el tráiler de la nueva versión de “El gran Gatsby”,
uno de esos libros que amo con locura. Lo triste es cuando ves un tráiler así y
te preguntas, ¿yo leí este libro, verdad? Porque esto que veo no se parece en
NADA a lo que yo leí.
Igual la iré a ver, lo confieso. Cuando voy a
quejarme de algo, me gusta hacerlo con propiedad. Pero tengo la horrible impresión
de que voy a salir de la sala de cine decepcionada, como casi siempre que voy a
ver una adaptación. Al final de todo, yo me quedo con mis libros. Ellos nunca
me defraudan.
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