Es la pregunta del millón. Literalmente. Casi siento que la he escuchado
cerca de esa cantidad de veces. Desde la primera vez que escribí algo parecido
a un cuento, allá en la escuela, hasta ahora, con dos libros publicados, ¾ de
una novela terminada y suficientes cuentos inéditos como para dos libros.
No es la pregunta solamente de la gente que está
fuera del mundo literario. Claro, siempre hay un lector inocente, ese que ve tu
foto en la contraportada (Por eso es mejor no poner foto. Háganme caso) y se
imagina que todo eso que está leyendo te pasó a ti. Pero también hay otro
lector, ese que se cree más perspicaz. Ese que está seguro que, en el fondo,
esta es una historia de tu vida que tú has pretendido contar bajo el pretexto
de la ficción.
Y, obvio, también están esos que juran reconocerse
en tus palabras. Los que dicen: Este cuento es sobre mí, y nada de lo que uno
diga logrará hacerlos cambiar de opinión. Esos son los peores. A esos no se les
puede convencer.
Mi segundo libro parece hacer el trabajo de imaginarme
en el lugar del narrador bien, pero bien fácil. Lo puedo entender. Son cuentos
sobre cosas cotidianas, todas las cuales pasan en Barcelona. Casi todas tienen
que ver con personajes que están fuera de su hogar, que extrañan, que se descubren.
Personajes, que, en el fondo, se parecen mucho a la persona que yo era mientras
caminaba las calles de Barcelona.
Y, pues sí. Esa soy yo. La de los cuentos. Soy yo,
pero al mismo tiempo, no lo soy. Tal vez es así con todo lo que uno escribe.
Son mis ideas, al fin y al cabo. Mis pensamientos. Mi forma de ver las cosas.
No necesariamente mis experiencias. Algunas son prestadas. Otras nunca ocurrieron.
Tiene que ver con una cosa maravillosa que se llama imaginación. Ya sé, es difícil
de creer. Pero esas cosas son una manera de expresar algo. Mi
manera de expresar algo.
Me gustaría decirles que todo lo que escribo alguna
vez me pasó. En serio, alguna vez leo alguno de mis cuentos y pienso: Carajo, ojalá
eso me hubiera pasado. Pero no es así. No soy tan interesante. Eso sí, les
prometo que el día que lo que pasa en mi vida sea más interesante que lo que
pasa dentro de mi cabeza, cambio de género y escribo una autobiografía. Todo
sea por contar la mejor historia.
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