Hoy me costó decidir que ponerme. Uno de esos días.
Claro está, como no tenía tiempo y ya había peleado con el closet, simplemente agarré
el primer libro que encontré en mi pila (no sé si pila es la palabra correcta. Quizás
montaña) de libros por leer, y me lo traje al trabajo.
Siempre cargo, al menos, un libro conmigo. He
aprendido, a las malas, que en algún momento del día habrá una fila que hacer,
un Juzgado en el que esperar, o quizás, una hora de almuerzo donde pueda
aprovechar para leer. Generalmente tengo una razón para el libro que estoy
leyendo, y casi nunca dejo los libros a medio palo. Si lo comienzo, pues lo
termino. Aunque lo odie. Soy una fiel creyente en no criticar algo que no se ha
leído.
Pero este no es el punto. El punto es que, hoy, al llegar
a mi trabajo, descubrí que el libro del día era 11/22/63
de Stephen King, libro que comencé a leer hace ya varios meses, y que, por una
u otra razón había quedado relegado al olvido (Primero fue Game of Thrones que capturó mi atención y luego The Perks of Being a Wallflower me
atrapó, y no me dejó ir.). Nunca he leído un libro de Stephen King, pero el
tema de este me llamó la atención. Y, para ser honestos, tengo una deuda
pendiente con Stephen King.
Hace
casi 6 años tuve la suerte de poder asistir, en NY, a una velada maravillosa
llamada An Evening with Harry, Carrie and
Garp. El titulo ya arruina el punchline,
era en verdad una tarde con J.K Rowling, Stephen King y John Irving. Yo estaba ahí para ver a J.K Rowling. Los
otros dos ni me interesaban. Tenía una idea de quien era Stephen King, aunque
nunca había leído nada de él. John Irving ni me sonaba.
Curiosamente, salí de ahí ese día directamente a la librería
a comprar algo de John Irving. Ahí comenzó mi love affair con él. Y, entre J.K Rowling y mi nuevo y descubierto
amor por John Irving, me olvidé completamente que, al verlo en persona, Stephen
King me pareció…pues, como un escritor que valía la pena leer.
Así que, aquí estoy…con estas casi 900 páginas. Pesa
el condenado libro. Pero, bueno. Le estoy pagando una deuda a mi younger self.
Eso sí, de repente volteo a mirar mi pila de libros
por leer y me pregunto, ¿será que algún día termino? Me imagino que la respuesta es sí, y no.
Algún día terminaré con esos, obviamente, pero de aquí a que termine, habrá más
libros en mi pila. Muchos más en mi lista. Probablemente nunca termine de leer
todos los libros que quiero leer. A veces esto me pone infinitamente triste.
Otras veces me hace increíblemente feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario