martes, 3 de julio de 2012

Leer, leer y seguir leyendo

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Hoy me costó decidir que ponerme. Uno de esos días. Claro está, como no tenía tiempo y ya había peleado con el closet, simplemente agarré el primer libro que encontré en mi pila (no sé si pila es la palabra correcta. Quizás montaña) de libros por leer, y me lo traje al trabajo. 

Siempre cargo, al menos, un libro conmigo. He aprendido, a las malas, que en algún momento del día habrá una fila que hacer, un Juzgado en el que esperar, o quizás, una hora de almuerzo donde pueda aprovechar para leer. Generalmente tengo una razón para el libro que estoy leyendo, y casi nunca dejo los libros a medio palo. Si lo comienzo, pues lo termino. Aunque lo odie. Soy una fiel creyente en no criticar algo que no se ha leído. 

Pero este no es el punto. El punto es que, hoy, al llegar a mi trabajo, descubrí que el libro del día era 11/22/63 de Stephen King, libro que comencé a leer hace ya varios meses, y que, por una u otra razón había quedado relegado al olvido (Primero fue Game of Thrones que capturó mi atención y luego The Perks of Being a Wallflower me atrapó, y no me dejó ir.). Nunca he leído un libro de Stephen King, pero el tema de este me llamó la atención. Y, para ser honestos, tengo una deuda pendiente con Stephen King.

Hace casi 6 años tuve la suerte de poder asistir, en NY, a una velada maravillosa llamada An Evening with Harry, Carrie and Garp. El titulo ya arruina el punchline, era en verdad una tarde con J.K Rowling, Stephen King y John Irving.  Yo estaba ahí para ver a J.K Rowling. Los otros dos ni me interesaban. Tenía una idea de quien era Stephen King, aunque nunca había leído nada de él. John Irving ni me sonaba. 

Curiosamente, salí de ahí ese día directamente a la librería a comprar algo de John Irving. Ahí comenzó mi love affair con él. Y, entre J.K Rowling y mi nuevo y descubierto amor por John Irving, me olvidé completamente que, al verlo en persona, Stephen King me pareció…pues, como un escritor que valía la pena leer. 

Así que, aquí estoy…con estas casi 900 páginas. Pesa el condenado libro. Pero, bueno. Le estoy pagando una deuda a mi younger self

Eso sí, de repente volteo a mirar mi pila de libros por leer y me pregunto, ¿será que algún día termino?  Me imagino que la respuesta es sí, y no. Algún día terminaré con esos, obviamente, pero de aquí a que termine, habrá más libros en mi pila. Muchos más en mi lista. Probablemente nunca termine de leer todos los libros que quiero leer. A veces esto me pone infinitamente triste. Otras veces me hace increíblemente feliz.

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