Hace tres años estaba en Barcelona para el cumpleaños
de mi mamá, y, tarde en la noche, después de haber hablado con ella y haberle
deseado feliz cumpleaños, me senté en la computadora y le escribí esto. Nunca
lo mandé. Es más, me había olvidado de que existía hasta que me senté hoy a
pensar que escribir. Pero ahí estaba, en un rincón de mi computadora. Esperándome.
O quizás, esperando el momento. Así que hoy lo desempolvo. Para ti, mamá. Tres años
tarde.
Mami:
Hoy es tu cumpleaños y no te
puedo dar un abrazo.
No te puedo decir que todos los días
descubro algo nuevo que seguramente tú ya sabes. No te puedo contar que cada paso
que doy en esta ciudad que cada día siento mas mía es un paso más que me aleja
de ti. No tengo palabras para explicarte que tu hija, a la que dejaste acá, ya
no existe. Se ha vuelto otra. Pero esta otra te sigue queriendo tanto como
antes, o quizás mas, porque esta otra no te tiene.
No te puedo decir que hasta que
no te tuve aquí, a mi lado, todos los días, no me di cuenta de lo mucho que te
necesitaba. Hasta que tuve que decidir esas cosas para las que siempre contaba
con tu opinión, como que ponerme, que comer y hasta que crema para la cara
comprar, no me di cuenta que, sin ti, todas las decisiones son más difíciles.
No puedo decirte que mis
problemas parecen más grandes cuando tú no estás. Cuando me enfermo estoy más
enferma, cuando estoy triste, la tristeza es doble. Todo porque tú no estás aquí
para abrazarme.
No puedo decirte que, hasta en
las alegrías, me haces falta. Siempre.
No, hoy no puedo contarte que
estoy muy feliz de estar aquí y muy, muy triste de que crecer signifique
dejarte atrás. Tampoco puedo decirte que nunca, nunca, te quedarás atrás. No
realmente. Que yo te llevaré conmigo adonde estés.
Hoy es tu cumpleaños y estas a
miles de kilómetros. Y no te puedo regalar un abrazo. Pero estas aquí, conmigo,
siempre, aunque no lo estés. Y, el año que viene, quizás estaré contigo, podré
abrazarte, pero este año mami, este año te quiero más que nunca. Porque ya sé
que es no tenerte. Y también se que, gracias a Dios…pude saber que se sentía el
no tenerte sin que tengas que irte realmente. Todavía estas ahí. Todavía
esperas por mi abrazo.
No puedo dártelo. No todavía.
Pero voy, mami. Voy por tu abrazo. Lo prometo.
Tu hija, la de ahora, y la de
siempre.
Te quiero.
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