martes, 9 de octubre de 2012

Goodbye Chipper

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Me ha tomado un par de días poder escribir esto. El viernes, cuando los Bravos perdieron con los Cardenales, en el que vendría a ser el último juego de la carrera de Chipper Jones, no tenía ánimos para hacerlo. No era solo tristeza. Como soy del Club de amigos pague por sufrir, ya estoy acostumbrada a perder. Especialmente con los Bravos. Eso fue lo de menos. Lo que trajo lágrimas a mis ojos fue el pensar que esta sería la última vez que vería un juego de béisbol en el que interviniera Chipper Jones. 

Nunca he visto uno.

Parece mentira, pero comencé a ver béisbol en 1995. Chipper Jones era entonces un novato, con cara de niño y mucho potencial. Dieciocho años después Chipper Jones es uno de los mejores terceras bases de la historia. En cinco años ira, seguramente, al Salón de la Fama. Yo estaré feliz. Pero no será lo mismo. Nada será lo mismo. 

Cuando cumplí quince años (pareciera que fue hace siiiglos), recuerdo que quería muchas cosas. Pero ni el crucero, ni la fiesta, ni nada que me pudieran ofrecer me quito de la cabeza lo único que de verdad, verdad, verdad quería como regalo de quince años. Ir a Atlanta a ver a los Bravos. Y a Chipper, obviamente. 

Siempre he pensado que Chipper, en el año que gano su MVP, como que se enteró de que yo estaba ahí. Al menos, eso sentí yo, después de ver cuatro home runs en cuatro días. No es que me volví fanática ahí, dejémoslo claro, ya lo era antes. Pero después de ese momento, ya no hubo vuelta atrás.

Era una niña entonces. Luego crecí, claro está. A veces uno crece y los héroes de la infancia se quedan allá, en tu niñez. Chipper se vino conmigo. Antes podía ver los juegos por televisión casi todos los días, me gustaba llenar los scorecards y podía recordar, con exactitud, como habían quedado juegos de hace dos meses. Ahora hay MLB.tv, pero tengo mucho menos tiempo. 

A pesar de eso, Chipper siempre mantuvo su lugarcito en mi corazón.

Gracias a él seré fanática de los Bravos, contra viento y marea, pase lo que pase. Forever and ever. Si algún día tengo hijos les comprare zapatitos con la A grande, en blanco y todo eso. Y pues, no, el béisbol, al menos, por ahora, no será lo mismo. No sin Chipper, ahí, bateando de tercero, en la tercera base, como siempre en mi memoria. Pero la vida sigue. El béisbol también.(Sigue, verdad?) Y aunque cada vez tengo menos tiempo, les puedo prometer una cosa: Después de 18 años de ser fanática de Chipper, ya no hay vuelta atrás. 

No queda más que ir en contra de los Yankees. Digo, para ser original y todo eso.

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