Yo soy una gran fanática de la inspiración. Venero a las musas y,
generalmente, me siento a escribir solo cuando una idea me cae así, fulminante.
No planeo nadita de nada, y cuando no tengo ganas y/o ideas, escribir se vuelve
una verdadera tortura. Siempre me he sentido medio orgullosa de esto, y todo.
La inspiración es una cosa algo mística. Medio maravillosa. Y a mí, pues a mí
me visita de vez en cuando.
Últimamente, sin embargo, me ha dado por pensar que
tal vez esta no sea la manera correcta de abordar el tema. La inspiración es
una cosa maravillosa, sí, pero ¿debemos confórmanos con la inspiración? O, será
que esto de escribir requiere algo de esfuerzo, mucho trabajo y, oh no…tal vez
un poco de disciplina.
Si, dije disciplina. Ya sé, a mí tampoco me gusta,
ni la palabra, ni lo que significa. Pero, con los años (Aunque no sean TANTOS),
viene la sabiduría. O, quizás, es con los golpes. Y vaya que intentar escribir
una novela, así, sin planes, de cuando en cuando y cuando te toque el dedo
divino de la inspiración, ha significado golpes.
Suficientes como para ponerme a pensar que esa
gente, la que dice escribir todos los días, sin falta, 1 hora, de 7 a 8 PM, o
de 5 a 6 AM, lo que sea, y hacen planos, diagramas, dibujos, gráficos y
cuestionarios a sus personajes antes de escribir dos páginas, pues, pueden
tener algo de razón. (Pueden estar locos también)
Yo intento, eh. Lo juro. Pero es que no sé dibujar,
los diagramas me dan algo así como picazón y mis personajes no son muy creíbles.
Mienten a cada minuto, esconden sus intenciones, para revelarlas a último
segundo. No son del tipo de llenar un cuestionario.
Culpa mía todo esto, ya lo sé. Hay que
acostumbrarse, me dicen. Si hubieras planeado la novela con calma no estarías sufriendo
ahora cuando el capítulo quince como que no concuerda con lo que escribiste
antes y la historia se te enredo tanto que ya no hay posibilidad de desenredo. Y,
lo más triste es que: puede ser que tengan razón.
Pero no por eso me voy a rendir, eh. Prometo seguir
intentando. Mirar a la hoja en blanco y no dejar que me gane. Escribir, escribir,
escribir. Todos los días. Bueno, quizás
no todos. Y a la misma hora. Bueno,
mentira, probablemente no a la misma hora. Pero el punto es que, a mi inspiración,
le hace falta un poco de disciplina. Y ya vendría hora de que comience a
apreciar la palabrita. Bueno, no la palabrita, pero, al menos, su significado.
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