Todos los años hacemos Resoluciones.
Este año decidí escribir otra lista de cosas (que al final es lo mismo, pero quizás
tenga más posibilidades de cumplir). Estas son, si quieren llamarlo así, mis
resoluciones interiores, las cosas que cambiar para adentro, para conmigo
misma, para, ser, quizás, un poquito más feliz. Se las comparto porque quizás
les sirvan. Quizás nos sirvan a todos.
No voy a compararme con los demás. No
importa si ella es más bonita, o si la ropa le queda mejor, o si él es mucho más
divertido o ella mucho más inteligente. Yo soy yo. Y eso será suficiente.
En ese mismo orden de ideas, voy a
comenzar a poner en mute las voces en mi cabeza. Las que me dicen que no puedo.
O que no soy suficientementebonitaoflacaoquemicabellosevehorribleoqueesospantalonessemevenmuypegadososoymuytontaetc.
Dejaré de tomar decisiones basadas en lo que pienso
que debería hacer y comenzaré a tomar decisiones basadas en lo que QUIERO
hacer.
Dejaré de sufrir a esa amiga toxica que no vale la
pena. (Todas tenemos una). Su vida es SU problema, no el mío.
Aprenderé a decir que NO.
Haré tiempo para la gente que me importa. Porque
mañana, el otro fin de semana, el otro mes, y el otro año son excusas baratas.
Daré las gracias por lo que tengo dos veces por
cada vez que me queje sobre lo que no tengo.
No esperaré a que alguien tenga tiempo de
acompañarme para hacer las cosas que quiero hacer.
Me perdonaré los errores. Todo el mundo los comete.
Es más fácil perdonar a los demás por ellos, pero no debería ser así. Después
de todo, yo debería quererme más a mí que a otros, ¿no?
Haré las cosas que me gustan, todo el tiempo que
pueda. Porque la vida es corta. Cortísima. No es chiste. Se acaba de un día a
otro.
Adiós, 2014. No fuiste un buen año.
No te voy a extrañar. ¡Qué bueno que vienes, 2015! No pueden más que venir
cosas mejores. No hay remedio.