Como si yo escogiera estar enferma. Que no, lo juro.
Yo no lo escojo. Las enfermedades me escogen a mí. Soy como dulce para ellas.
Así como si ellas fueran hormigas y yo estuviera cubierta de miel. Me
persiguen, lo juro. Además, he comenzado a sospechar que todo está contra mí.
Vine como media podrida de fábrica, y con eso casi no se puede luchar.
Problema número uno: Soy mujer. Ah, que eso no les
parece gran cosa. (Seguramente porque son hombres), pero ser mujer implica
cólicos, nauseas, cambios de humor repentino, que si pastillas anticonceptivas,
que si papanicolau. No subestimen lo
mucho que ser mujer tiene que ver con ella hecho de que, bueno, es imposible
sentirse bien un mes entero.
Segundo, sufro de alergias. Esto también le parecerá
una tontera, y si es así, seguramente es porque ustedes, que están leyendo, no
sufren de ninguna alergia. O sufren de esas alergias medio controlables, así
como decir, soy alérgico al polvo y cuando hay mucho polvo estornudo. HA. Me
rio de sus alergias, en este caso. ¿Yo? Yo soy alérgica a bastantes cosas más.
Casi podría decirse que soy alérgica al mundo.
¿Perfumes? No
way. ¿Cremas con olor? Olvidémoslo. ¿Body
scrubs con olor? Ni de a casualidad. Hasta soy alérgica a las cosas esas
con alcohol con las que te limpias las manos. Si huele a algo, me da alergia. Si
es un jabón de avena, mezclado, o cualquier cosa que no sea un jabón
anti-alergénico, no juego. Y ni hablemos del polvo, que no me hace solo
estornudar, sino que me hincha los ojos hasta que parezco un extra de la
película La Noche de los Muertos
Vivientes.
Y luego, a todo eso, agreguémosle que mi estómago no
me quiere. Bueno, digamos que él y yo tenemos una relación tormentosa. Algo así
como si pusiéramos en Facebook: It’s complicated.
Y, sí. Es complicado el asunto. Si
yo sigo la dieta que EL quiere, como lo que EL quiere, a las horas que EL
quiere, pues, estoy bastante bien. Si se me ocurre comer una cosa, por más
pequeña que sea, de las que YO quiero, él se revela y…pues, cosas malas
suceden.
Todo esto desencadena en la pregunta, esa, la que
está en el título. Y, en peores preguntas. Esta mañana, cuando se abría el
elevador en mi piso, me encontré a un compañero de trabajo que, muy
amablemente, dijo al verme: ¿Qué TE PASO?
No hay nada para hacerte sentir AUN peor que esa
frase. Y ya me sentía bastante mal, eh. Así, como cuando se te juntas todas las
plagas y te da un virus de esos mitad resfriado/mitad virus estomacal y te
sientes mal all over. Así pues. Así.
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