Ya puedo anticipar las
preguntas. ¿Anne Shirley? ¿En serio? ¿Anne
of Green Gables? ¿La del esposo y los miles de hijos? ¿La que
nunca hizo nada en especial, no sobrevivió una guerra, ni salvo al héroe? ¿Esa?
Y sí, probablemente yo, la primera vez que leí el libro (buenos, los libros,
porque los he leído toditos, y más de una vez), y la segunda, y quizás la
tercera, no aprecié realmente a Anne. Nunca me pareció un personaje demasiado
fuerte. Siempre me gustó, es verdad, pero parte de las cosas que más nos gustan
de Anne (o, al menos, a mi), tienen que ver con el hecho de que, Anne no parece
un personaje. Parece alguien de verdad. De carne y hueso. Alguien que habla
hasta por los codos, y no parece callarse nunca. Alguien que mete la pata hasta
el fondo y luego no sabe qué hacer. Alguien que solo quiere un vestido bonito
para ir a un baile. Alguien que solo quiere una amiga.
Uno como que se puede
imaginar sentada en un sofá, conversando con ella. No me daría pena. Creo que,
hasta que sabría qué decir. Hay muchos otros personajes con los que me quedaría
calladita, completamente intimidada. No con Anne. Anne, la que nunca piensa antes de hablar.
La que hace amigos por todos lados, hasta con la gente con la que uno ni trataría.
Y, Anne, a la que le toma TRES LIBROS (y dos películas/mini-series BIEN largas)
ver lo que ha estado frente a ella todo el tiempo. A Gilbert.
Y eso, eso lo entendemos. (Después
de todo, la mayoría de nosotros no siempre toma las decisiones correctas) Con
eso nos sentimos identificadas.
Pero Anne Shirley no es solo
eso. Anne comienza como una niña cuya
mayor preocupación es el color de su cabello y la cantidad de pecas en su cara,
y termina como una profesional que depende de nadie y toma sus propias decisiones.
Quizás Anne no haya
comenzado la historia como el ideal “feminista”, pero, cuando la historia
termina, las acciones de Anne (aunque no siempre sus palabras) nos la muestran
como un modelo a seguir. Por mucho tiempo su ideal es una heroína atrapada en
un castillo, esperando ser rescatada por un príncipe azul. Pero, poco a poco,
Anne se va dando cuenta de que no necesita ser rescatada por nadie. Poco a
poco, sin dejar de ser ella en ningún momento, Anne deja de la obsesión con su
cabello y descubre un nuevo propósito. Ser la mejor en la clase.
En la superficie, Anne nunca
se convierte en una verdadera feminista. No es como Elizabeth Bennett, de la
que siempre sospechamos que haría las cosas a su manera. Pero Anne, a pesar de
ser femenina (que es lo que se espera de ella), en el fondo, es mucho más
rebelde de lo que hasta ella se da cuenta. Esta rebeldía podemos verla no solo
en el hecho de que Anne insiste en educarse tanto como una mujer tenía
permitido en esos tiempos, ni tampoco en el hecho de que es capaz de dejar su
hogar e irse a trabajar lejos, buscando su propio camino, sino por el hecho de
que, al final, Anne es capaz de ver claramente que el hombre para ella no es
aquel que aprecia lo bonita que se ve, o lo amable que pueda ser, sino aquel
que aprecia su intelecto, ese que pasó años compitiendo con ella por el primer
puesto en la clase, y el que solo ganó la mitad de las veces.
Anne pasa bastante tiempo
rechazando a Gilbert, es verdad. Bastante tiempo tratando de convencerlo de que
lo que siente por él es solo amistad. Pasa, además, un tiempo, convencida de
que debe casarse con este hombre que representa el ideal del príncipe azul. Pero,
al final, es bastante obvio que Anne nunca podría estar con un hombre que no le
permita ser ella misma, en todas sus dimensiones. Y mucho menos podría estar
con un hombre que no sea capaz de dar lo mejor de él, sabiendo que esa es la única
manera que ella podría quererlo. Como dice Anne, al final, no se trata de sunburts or marble halls. Se trata de
tener una relación de iguales. Y eso, pues, eso hace de Anne una de las mujeres
fuertes, de esas de las que hemos estado hablando. No una típica, no. Pero, ¿Quién
necesita heroínas típicas? Es mejor encontrar, dentro de cada personaje, eso
que los hace especiales.
Como diría Anne, (o quizás, como querría decir Lucy Maud Montgomery, con la voz de Anne)
de esa manera there’s more scope for
imagination…
Pueden leer mis posts anteriores en la serie de Mujeres Fuertes en la Literatura: Scarlett O'Hara , Jo March, Lisbeth Salander
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