Hoy es el día del escritor.
Bueno, del escritor panameño. Levanten la cabeza. Saquen el pecho. El día del
escritor panameño. Suena bonito, y
todo. Un día solo para los que nos dedicamos a esta cosa que a veces duele y
otras es casi como tocar el cielo.
Ser escritor no es fácil.
Repito, para que quede claro. NO ES FÁCIL. Es más hasta diría yo que la mayor
parte del tiempo es condenadamente difícil. La gente tiene la impresión de que
es solo sentarse, esperar que llegue la inspiración, y bum, ya estás. De ahí sale un cuento, una novela, un poema.
Pero, no es así. En el
fondo, si son honestos, ustedes tampoco querrían que fuera así. Una cosa es
creer en la magia de la palabra (y hay magia, eh, a veces hay tanta que
asombra), y otra cosa es agarrar un libro y pensar, este tipo se dedica a esto
porque es sencillo.
No. Es al revés, nos
dedicamos a eso porque no lo es.
Háganme un favor. Cuando
lleguen a su casa, agarren un libro. El que sea. (Aunque, tomando en cuenta que
celebramos el día del escritor PANAMEÑO, quizás sería mejor que fuera uno de
los nuestros). Lean un par de líneas. ¿Les gusta? ¿Se lee “fácil”?
Si la respuesta es sí, les
aseguro que costó. Y mucho.
Así es la vida, queridos
lectores. Ya ustedes lo sabían, escritores míos. Y si no lo sabían, pues, mejor
que alguien se los dijera. Hoy quizás no me quieran por ser yo la que transmito
estas verdades, pero les prometo, algún día, me lo agradecerán. Mientras más rápido
se entera uno, menos tropiezos. Escribir cuesta. Requiere pensar. Estudiar. Estar
dispuesto a reinventarse cada día. Leer. Leer. Leer. Y, también, un poco de fe.
Una pizca de magia.
Feliz día, escritores
panameños. Gracias por las risas, por el llanto, por haberme conmovido, por
haber hecho que una niña quisiera ser como ustedes. No como los de afuera. Como
ustedes. Me siento orgullosa de ser una escritora en Panamá.
Y si alguien les pregunta,
levanten la cabeza, saquen el pecho, y digan, con orgullo, “Sí, yo soy
escritor. Y sí…vale la pena!”
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