Tuve la oportunidad, durante de
la Feria del libro, de presentar tres libros maravillosos. Aquí les comparto la
primera de las reseñas que hice, y cuyo libro, Nostalgia de escuchar tu risa
loca, de Carlos Wynter Melo, fue presentado el Viernes 23 de agosto, en el
marco de la Feria del libro.
Voy a comenzar con una anécdota divertida. Hace
menos de una semana, cuando ya había terminado de leer el libro, y de escribir
estas palabras (bueno, lo admito, las palabras cambiaron algo después de esto
que les voy a contar), me pasó lo que le pasa a mucha gente, en estos tiempos
de las comunicaciones electrónicas. El internet me dio una lección.
O, Carlos, con la ayuda del internet, me dio una
lección. Da igual. Resulta que, hace algunos días, Carlos hizo un post en
Facebook, respecto a la novela, y, con el post, ponía un link de un video de YouTube,
refiriéndose a la canción “Nostalgia de
escuchar tu risa loca.”
Yo, la más desubicada de la historia, ni hice click
en el link, sino que fui directo a contestar…” ¿Eso era una canción?” Resulta
que, antes, había escrito unas palabras elogiando el título, que pensé
original. Pero bueno, Google, mi amigo, me enseñó, rápidamente, la verdad. Ese
día escuche alrededor de doce versiones de la canción.
Todo esto sirve, no solo para que se rían de mí,
sino para comenzar diciéndoles que, Nostalgia
de escuchar tu risa loca, es un libro con ritmo. No hay otra manera de
ponerlo. No les arruino mucho si les cuento que Arcos, el personaje principal,
y narrador de la novela, es miembro de la banda musical Son de Mar. No los
escuchamos nunca, claro está, no solo porque, cuando comienza todo, Estelita,
la solista del grupo, está partiendo a México para probar fortuna, sino porque,
al final, esto es un libro, y los libros no hablan. Aunque a veces pareciera
que sí.
No les voy a decir que este libro es la excepción.
No, este libro tampoco habla. Pero a veces, parece que canta. O quizás nosotros
nos volvemos la voz de Estelita Almengor, con Son de Mar de fondo, y eso es lo
que resuena en mis oídos mientras voy leyendo, leyendo, leyendo.
Rodeada de tanta gente distinguida, y seguramente
más capacitadas que yo, mi trabajo no es ponerme seria, ni habla de corrientes
literarias, ni conexiones intertextuales, ni todas esas cosas. Eso se lo
dejamos a los expertos. Mi trabajo es, simplemente, sentarme aquí y hablarles
como lector, ese lector cercano a la novela, el que la agarra, la abre y sin
darse cuenta se deja atrapar por sus personajes, se pierde en ella y se
descubre a sí mismo, algunas páginas después, sumergido dentro de una ficción
que ya casi no parece ficción, especialmente porque Arcos, Arcos se parece
mucho a alguien que conozco. Y seguramente que conocen ustedes.
Tampoco diré que es igual. Hay partes de Arcos en
mucha gente, eso sí. Del Arcos ordenado, casi diría que quisquilloso. (Porque
eso de fijarse que si su bigote cae perfectamente a ambos lados de su boca, o
no, pues…bueno, ya se imaginan el tipo de persona). Excepto que él no es solo
eso. Arcos es a la vez egoísta y dependiente, simple y complejo. Arcos es
muchas cosas a la vez. En el fondo, así somos todos. Pero a veces es más
difícil encontrar gente así en una novela.
Quizás por eso, a pesar de que Arcos es todo menos
un héroe, para mí, Arcos es la mejor parte de la novela. Los buenos buenos son
mega aburridos. Ni les cuento sobre los malos malos. Esos son aún peores. Son
los personajes que te hacen decir, ah, sí, eso…eso es algo que diría/pensaría
yo, o fulanito, o menganito, los que valen la pena.
No es el único que salta de la página, aunque es el
que mejor lo hace. Juanita Jones se queda con uno, porque Juanita Jones, como
es, es bastante más Juanita Jones en las manos de Carlos Wynter de lo que sería
en las manos de otro escritor, no diría con menos talento, pero si, con menos son.
Van a creer que es broma, pero no lo es. Cuando
finalmente escuché la canción esa, la famosa, que por aquí escucharan luego, me
di cuenta de que tiene cierto mérito haber hecho las cosas al revés. Mis
compañeros de mesa quizás le encontraron el son a esta novela basados en la
canción. Yo le encontré el son aun sin canción, y luego, quizás, gracias a la
novela, se lo puse a la canción.
Todo es orden en Nostalgia de escuchar tu risa loca.
Al principio, al menos. Todo es orden. Y luego ya no hay orden. Y, ¿cómo reacciona alguien que es casi
obsesivo-compulsivo a la falta de orden? Pues, de la única manera que
puede. Caóticamente. Perdiéndose un poco
entre la realidad y la imaginación. Dejándose llevar por la virgen, por los
juegos de luces y sombra, por el General Torrijos, así como lo oyen, el
mismísimo, que no estaba muerto, andaba de parranda, excepto que ya se le acabo
la parranda y, con un poco de suerte, ustedes, o yo …o Arcos, se lo encuentra
en la calle.
Luego, después del orden, viene la nostalgia. La del
título, la de la canción, la que permea esta historia. La de Arcos y Estelita
(No Estela, nunca Estela). La de Arcos y Juanita. La de Arcos y Ana. Nostalgia,
nostalgia, nostalgia. La que no les voy a contar, porque hay que sentirla, y la
que creo que todo el que haya cogido el libro, o vaya a cogerlo (Y si no lo han
hecho todavía, y este es mi momento vendedora, pueden adquirir aquí mismo
afuera. Se los recomiendo. En serio. No lo digo solamente porque estoy sentada
acá enfrente y lo tengo que decir), sentirá.
No les resultara difícil. Hay novelas buenas,
buenísimas, que como cuestan. Esta no. Esta te va echando un cuento. O, quizás,
me equivoco. Quizás lo va cantando, al ritmo de una canción de Son de Mar de
esas que nunca llegamos a escuchar. O, tal vez es (como diría la canción, y me
perdonen que no canto, pero si canto, me hubieran agradecido que no cantara),
no solo nostalgia de escuchar tu risa
loca, sino también de sentir, como un fuego, tu respiración.
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