Nace la paz. O algo así. Me tendrá
que perdonar Benito Juárez por la cita, pero es que la cosa se está poniendo un
poco dudosa. Todos (y hablo de todos
en el gran sentido de la palabra) estamos de acuerdo con el fondo de la cuestión,
pero en la práctica…en la práctica, que difícil es.
Hablo de respeto en general.
Respeto a las opiniones ajenas. Respeto a la forma de expresar estas opiniones.
Respeto por esas cosas con las que estás de acuerdo, y respeto por las cosas
que te parecen repugnantes. En fin, respeto con R mayúscula y en negritas.
Fue muy fácil para mí usar
esta máxima mientras hablábamos de los horribles atentados en la revista
Charlie Hebdo, en Francia. Nada justifica eso, ni un insulto real o percibido
contra tu religión, ni las diferencias, ni odios heredados. Nada. Llenarte de razón
contra algo que te parece abismal, absurdo, es de las cosas más sencillas del
mundo.
Pero ay, como cuesta cuando
te voltean la tortilla. Cuando estas sentada frente a la televisión escuchando
lo que, a tu leal saber y entender, son una sarta de estupideces salir de la
boca de lo que después del espectáculo de anoche no puedes calificar de otra
manera que una partida de ineptos, y tu mente te dice, te grita, que hay gente
que no tiene derecho a hablar.
Si no tuvieron la desgracia
de ver el “interrogatorio” (yo lo llamaría más bien linchamiento) de nuestros “honorables”
Diputados al Administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, Jorge Quijano,
pues, bien por ustedes. Seguro se levantaron esta mañana con algo de fe en el proceso.
Yo, sin embargo, ya sé que tipo de personas nos representan, así que la fe se
ha desvanecido.
La verdad es que todo el
mundo tiene derecho a hablar. Una parte de mi dice que eso no significa que
todo el mundo debería hacerlo, pero en el fondo, hasta las estupideces son
buenas. Constructivas. Yo aprendiste algo anoche. Aprendí que ser Diputado no
es tan difícil. Aprendí que hablar en público es una cosa más complicada de lo
que pensaba. Aprendí que hay que pensar antes que hablar. Aprendí que el
respeto al derecho ajeno es mucho más difícil en la práctica que en la teoría.
La mayoría de esas cosas ya
las sabia, pero siempre es bueno cuando la gente esa a la que le pagan
demasiada plata por representarte te enseña algo. Aunque simplemente sea que
hay que hacer todo lo que esté a tu alcance para no ser como ellos.