jueves, 31 de enero de 2013

Anne Shirley, la feminista disfrazada: Mujeres Fuertes en la literatura (IV)

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Ya puedo anticipar las preguntas. ¿Anne Shirley? ¿En serio? ¿Anne of Green Gables? ¿La del esposo y los miles de hijos? ¿La que nunca hizo nada en especial, no sobrevivió una guerra, ni salvo al héroe? ¿Esa? Y sí, probablemente yo, la primera vez que leí el libro (buenos, los libros, porque los he leído toditos, y más de una vez), y la segunda, y quizás la tercera, no aprecié realmente a Anne. Nunca me pareció un personaje demasiado fuerte. Siempre me gustó, es verdad, pero parte de las cosas que más nos gustan de Anne (o, al menos, a mi), tienen que ver con el hecho de que, Anne no parece un personaje. Parece alguien de verdad. De carne y hueso. Alguien que habla hasta por los codos, y no parece callarse nunca. Alguien que mete la pata hasta el fondo y luego no sabe qué hacer. Alguien que solo quiere un vestido bonito para ir a un baile. Alguien que solo quiere una amiga. 

Uno como que se puede imaginar sentada en un sofá, conversando con ella. No me daría pena. Creo que, hasta que sabría qué decir. Hay muchos otros personajes con los que me quedaría calladita, completamente intimidada. No con Anne. Anne, la que nunca piensa antes de hablar. La que hace amigos por todos lados, hasta con la gente con la que uno ni trataría. Y, Anne, a la que le toma TRES LIBROS (y dos películas/mini-series BIEN largas) ver lo que ha estado frente a ella todo el tiempo. A Gilbert. 

Y eso, eso lo entendemos. (Después de todo, la mayoría de nosotros no siempre toma las decisiones correctas) Con eso nos sentimos identificadas.

Pero Anne Shirley no es solo eso.  Anne comienza como una niña cuya mayor preocupación es el color de su cabello y la cantidad de pecas en su cara, y termina como una profesional que depende de nadie y toma sus propias decisiones.

Quizás Anne no haya comenzado la historia como el ideal “feminista”, pero, cuando la historia termina, las acciones de Anne (aunque no siempre sus palabras) nos la muestran como un modelo a seguir. Por mucho tiempo su ideal es una heroína atrapada en un castillo, esperando ser rescatada por un príncipe azul. Pero, poco a poco, Anne se va dando cuenta de que no necesita ser rescatada por nadie. Poco a poco, sin dejar de ser ella en ningún momento, Anne deja de la obsesión con su cabello y descubre un nuevo propósito. Ser la mejor en la clase. 

En la superficie, Anne nunca se convierte en una verdadera feminista. No es como Elizabeth Bennett, de la que siempre sospechamos que haría las cosas a su manera. Pero Anne, a pesar de ser femenina (que es lo que se espera de ella), en el fondo, es mucho más rebelde de lo que hasta ella se da cuenta. Esta rebeldía podemos verla no solo en el hecho de que Anne insiste en educarse tanto como una mujer tenía permitido en esos tiempos, ni tampoco en el hecho de que es capaz de dejar su hogar e irse a trabajar lejos, buscando su propio camino, sino por el hecho de que, al final, Anne es capaz de ver claramente que el hombre para ella no es aquel que aprecia lo bonita que se ve, o lo amable que pueda ser, sino aquel que aprecia su intelecto, ese que pasó años compitiendo con ella por el primer puesto en la clase, y el que solo ganó la mitad de las veces. 

Anne pasa bastante tiempo rechazando a Gilbert, es verdad. Bastante tiempo tratando de convencerlo de que lo que siente por él es solo amistad. Pasa, además, un tiempo, convencida de que debe casarse con este hombre que representa el ideal del príncipe azul. Pero, al final, es bastante obvio que Anne nunca podría estar con un hombre que no le permita ser ella misma, en todas sus dimensiones. Y mucho menos podría estar con un hombre que no sea capaz de dar lo mejor de él, sabiendo que esa es la única manera que ella podría quererlo. Como dice Anne, al final, no se trata de sunburts or marble halls. Se trata de tener una relación de iguales. Y eso, pues, eso hace de Anne una de las mujeres fuertes, de esas de las que hemos estado hablando. No una típica, no. Pero, ¿Quién necesita heroínas típicas? Es mejor encontrar, dentro de cada personaje, eso que los hace especiales.

Como diría Anne, (o quizás, como querría decir Lucy Maud Montgomery, con la voz de Anne) de esa manera there’s more scope for imagination…

Pueden leer mis posts anteriores en la serie de Mujeres Fuertes en la Literatura: Scarlett O'HaraJo March, Lisbeth Salander

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