lunes, 21 de enero de 2013

La peor parte es el final de la novela

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Y no lo digo como lector, aunque, bueno, también es verdad que puede ser cierto que una novela que te ha tenido enganchada todo el rato que has devorado hasta el punto en que llevas horas sin pararte hasta para las necesidades básicas, cosas como bañarte, comer, etc, llega al final y es como si alguien te hubiera clavado una estaca en el corazón, pero claro, como no eres vampiro, no tienes ni la opción de hacer PUF y desaparecer. No, te tienes que quedar ahí, con el libro en tus manos mientras piensas: ¿COMO CARAJOS SE PUDO ACABAR ASÍ?

Bueno, yo les digo como se pudo acabar así. Lo acabo de descubrir. Se pudo acabar así porque, la peor parte de escribir, esa que simplemente no quiere cooperar, resulta ser…el final.

No debería ser así. Yo nunca tengo problemas con los finales de los cuentos. Esos se escriben solos. Tengo problemas, eso sí, con los inicios. Eso es lo más difícil. La cosa hay que comenzarla bien, después de todo. Las palabras correctas, y todo eso. Es simplemente horrible. Y ni hablemos del TITULO, POR DIOS, EL TITULO. Eso es aún peor. Pero, ¿el final? Eso debe ser mega fácil.

Excepto que no lo es, porque ya después de más de cincuenta mil palabras, esta gente que estas escribiendo deja de existir en el abstracto. Cobran vida. No sé ni cómo pasa ni que hacer para evitarlo. Lo que si sé es que, aquí están, vivos, dando vueltas por mi cuarto en la noche, por mi oficina en el día, pretendiendo decirme que hacer. A MÍ. Que soy la escritora.

Se quejan de todo. De que como vas a terminar las cosas así, no ves que me merezco otra cosa. Y como es que en el capítulo cinco se me ocurrió decir eso, mira que es una estupidez. Yo nunca diría eso. Y cómo es posible que vayas a dejar que el malo se escape, está bien que la vida no es cuento de hadas, pero no tienes que ser tan realista. 

Con personajes así (y estoy comenzando a sospechar que todos terminan siendo así después de un rato, no hay manera de escribir una novela sin sumergirte en el mundo de tus personajes), casi entiendo que algunos escritores digan: That’s it, I quit, y terminen haciéndoles caso. ¿Querían un final feliz? Aquí esta. ¿Qué pierdan los malos? Listo. ¿Felices para siempre? Perfecto. Lo que sea con tal de terminar la novela. 

¿Pero yo? Yo he decidido ser fuerte. Esta es MÍ historia, no la de ellos, no vayan creyendo que porque las cosas les están pasando a ellos eso les da el poder de decisión. NO, este es mi mundo y en MÍ mundo yo soy Dios. Y se muere el que digo que se muere, vive el que digo que vive y, pues, si luego quieren perseguirme por el resto de mi vida, so be it. Estoy dispuesta a pagar el precio. 

Y sí, demorará más de lo que demoraría hacerles caso. Pero las voces en tu cabeza no pueden ganarte. Recuerda, es TU historia. Se fuerte. Cuenta la historia que tú querías contar, no la que el resto del mundo (aunque este mundo este solo en tu cabeza) espera que cuentes.

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