jueves, 31 de mayo de 2012

Quiero tomarme un café viendo el Mediterráneo…

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Hoy me desperté, así, como en Barcelona. Con frio y la manta que se hacía pesada, pesada, porque no me la quería quitar de encima. No quise desayunar ni cornflakes, ni yogurt (mi desayuno típico de todos los días). Quería algo dulce. Una magdalena, o una palmera (en buen panameño, un cupcake, o una oreja). Y, como esas no las tengo a mano (aunque me compre una oreja al mediodía), me hice un chocolate caliente. Pues, sí. Chocolate caliente. A las 7 de la mañana. En Panamá. 

Me pasa de vez en cuando esto, que me despierto allá. No literalmente (es una verdadera lástima, imagínense que tan divertido seria el mundo si pudiéramos tele-transportarnos), sino en sentido figurado. Estoy allá todavía, de mente, sino de cuerpo. En días como estos intento comerme algo dulce para el desayuno, y me visto con capas y uno de esos sacos pesados, porque sufriré de frio hasta en mi trabajo. También suelo escoger algún lugar para almorzar donde tenga que caminar. Cosas que no me saquen de la rutina.

De la rutina de allá, por supuesto. Del frio y ese no querer salir de la cama. De vestirse en capas porque en el metro haría calor, pero afuera, afuera haría frio. Al menos para mis estándares. De las caras conocidas en el salón de clase, y aquella amiga, que, hasta el día de hoy, con muchos kilómetros (bueno, no tantos) de por medio, seguirá siendo tu alma gemela. De unas birras al terminar la clase. De estar sola y no estarlo, porque, en el fondo, tienes una familia que te hace sentir en casa.

Y, pues, si hoy estoy mentalmente allá, es quizás porque, cuando estaba allá, estuve mentalmente por acá, paseando por el Caso Viejo. Así es la vida de rara. Uno siempre extraña. 

Pero, al menos, este tipo de nostalgia se me hace pasable. Me como mi oreja con gusto. Me tomo el chocolate caliente. La ropa me queda bien. Y, la gente, esa sigue estando ahí, cerca de mi corazón y de mi mente, aunque ya no pueda verlos todos los días.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Will they or won’t they? …From The X-Files to Castle.

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I’ve had a few weeks to digest the Castle season finale, though I suspect I will need a few months, maybe more, to really come to grips with it. I’m not one to cry at TV shows (surprisingly enough, because I cry at nearly everything), especially not when the ending turns out to be exactly what I wanted, but if twitter is to be believed, then tears were the overwhelming response to the finale. The question is, why?

Are they tears of joy? This is what fans have been waiting for since these two characters crossed paths, four seasons ago. Maybe some fans, most fans, were just happy that the journey has finally brought them together. Some were maybe mourning the end of the show as they know it. And they may be right. Ratings would seem to prove them right.

I can say I don’t understand why most shows fail after the two main characters get together, because I do. If that’s the only reason you watched the show, and it’s already happened, then why continue watching? It makes sense. But, is that really the only reason we watch these TV shows?

Not me. And lately TV shows seem to be betting on the fact that there are more people like me around. Bones did it last season, after all, and we’ve had a very fun, if somewhat shortened season, of Bones and Booth being, well, a couple. The creator, Hart Hanson, made sure to introduce something that would shift the dynamic between the two characters and still keep us interested in how those two would handle it, even if they are now handling it as a couple. Ratings seem to prove his bet has paid off.

Ten years ago, this seemed an unthinkable notion. I watched nine seasons of The X-Files waiting for what Bones, and now Castle, have given me. The X-Files seemed, if any, the perfect show to continue strongly after the main characters finally hooked up. There were still aliens, and a big conspiracy to deal with. There was a lot of new ground to be covered. It just never happened, and now, after two movies, it feels a lot like …too little, too late

Castle seems ready to continue along the same path Bones took last season. Andrew Marlowe, the mind behind the show, has said that he thinks there are still a lot of stories to be told, even if the two main characters are now a couple. He also said that putting it off for any longer would be even more unrealistic than getting them together. 

There’s the crux of the matter, for me. For how long are we supposed to believe that two people who are obviously attracted to each other, who obviously care about each other, can’t find a way to be together? Four years is a lot of time. Eight is absurd. At this point, this makes more sense than keeping them apart.

And, I, for one, will still be watching when next season starts. The question is, will you?

jueves, 24 de mayo de 2012

Jueves de micro-cuento: Puntos de vista

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Es medio plana la vida, aplastada y con un sabor dulzón. También es un tanto olorosa, lo digo por este hedor intoxicante que me envuelve y que solía ser agradable, pero ahora se ha vuelto francamente repugnante. Esa es una de las desventajas de vivir en este pequeño envoltorio plateado (y digo envoltorio porque, vamos, la condenada cosa esta se pega a mi cuerpo con tal acierto que si quisiera dejar de ser plano, no podría).

Pero he oído los rumores, y francamente el papelito brillante este suena como el cielo comparado con el cuento que escuché de lo que le pasó a Omar, el de arriba. Dicen que dejó de ser plano, y ahora no tiene ni forma, ni olor, ni mucho menos sabor. Y por ahí escuché de las malas lenguas (porque te diré que ésas de menta son de lo más chismosas) que lo vieron medio despedazado en una esquina, pegado a un zapato. Cómo se habrán enterado no tengo ni idea, pero de todos modos me preocupa. Este tipo que me compró parece haber dejado los cigarrillos, y quién sabe qué ideas de destrucción cargará en la cabeza. 

*Tomado del libro "Destinos Circulares",  9 Signos Grupo Editorial, Panamá, 2010.

miércoles, 23 de mayo de 2012

El monstruo que vive en mi cabello

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Algunos días me levanto y soy simplemente una persona con cabello ondulado. Claro, tengo otros problemas, como que tengo demasiado cabello, la hebra muy gruesa y una aversión por el blower que me hace repetir el mismo peinado día a día, porque es, al final, lo más fácil.  

Nada de eso importa la mayoría de las mañanas, donde me paro y tengo problemas más grandes que mi cabello (las ojeras, por ejemplo. Ya sé que dicen que son genéticas y todo eso, pero esto es absurdo. ¿Cómo es posible dormir 8 horas y tener tantas ojeras?). Primero viene el maquillaje. Luego el sufrir frente al closet lleno (ya hemos tenido esta discusión). Luego que si los zapatos combinan y que si la cartera, y oh, no, tengo demasiados accesorios y no tengo idea que va con esto. Como entenderán mi cabello es la última preocupación de la mañana. 

Otros días me levanto y soy algo así como Hermione, pero en el primer libro/película, allá cuando su cabello no había experimentado las maravillas que un poco de magia/Holllywood, pueden causar. Ya sé que se lo imaginan. Algo así, como la reencarnación de Tina Turner en los ochentas, con los cabellos para todos lados y ninguna posibilidad de lucir remotamente presentable a menos que me lo amarre. 

Son días como esos donde comienzo a apreciar el cabello liso. Claro, el blower les dura exactamente tres minutos (a mi hasta que no me eche agua encima no se me va) y los rizos duran medio minuto (la tenaza también es mi amiga, los rizos pueden durarme para siempre), pero al menos aquellas afortunadas con cabello liso no tienen que sufrir lo que sufro yo, mañanas como hoy, frente al espejo. 


*Traté de encontrar una foto de un “bad hair day”, pero creo firmemente que nadie se toma fotos esos días. O eso a las escondí tan bien que ni yo puedo encontrarlas ahora. Así que los dejo con una foto de mi cabello, y del cabello que, a veces, querría tener…
 
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