miércoles, 31 de diciembre de 2014

15 cosas que cambiar para el 2015…

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Todos los años hacemos Resoluciones. Este año decidí escribir otra lista de cosas (que al final es lo mismo, pero quizás tenga más posibilidades de cumplir). Estas son, si quieren llamarlo así, mis resoluciones interiores, las cosas que cambiar para adentro, para conmigo misma, para, ser, quizás, un poquito más feliz. Se las comparto porque quizás les sirvan. Quizás nos sirvan a todos.

No voy a compararme con los demás. No importa si ella es más bonita, o si la ropa le queda mejor, o si él es mucho más divertido o ella mucho más inteligente. Yo soy yo. Y eso será suficiente.

En ese mismo orden de ideas, voy a comenzar a poner en mute las voces en mi cabeza. Las que me dicen que no puedo. O que no soy suficientementebonitaoflacaoquemicabellosevehorribleoqueesospantalonessemevenmuypegadososoymuytontaetc.

Dejaré de tomar decisiones basadas en lo que pienso que debería hacer y comenzaré a tomar decisiones basadas en lo que QUIERO hacer.

Dejaré de sufrir a esa amiga toxica que no vale la pena. (Todas tenemos una). Su vida es SU problema, no el mío.

Aprenderé a decir que NO.

Haré tiempo para la gente que me importa. Porque mañana, el otro fin de semana, el otro mes, y el otro año son excusas baratas.

Daré las gracias por lo que tengo dos veces por cada vez que me queje sobre lo que no tengo.

No esperaré a que alguien tenga tiempo de acompañarme para hacer las cosas que quiero hacer.

Me perdonaré los errores. Todo el mundo los comete. Es más fácil perdonar a los demás por ellos, pero no debería ser así. Después de todo, yo debería quererme más a mí que a otros, ¿no?

Haré las cosas que me gustan, todo el tiempo que pueda. Porque la vida es corta. Cortísima. No es chiste. Se acaba de un día a otro.

Adiós, 2014. No fuiste un buen año. No te voy a extrañar. ¡Qué bueno que vienes, 2015! No pueden más que venir cosas mejores. No hay remedio. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

My favorite books of the year

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Sometime choosing a favorite book is like I suppose choosing a favorite kid would be. (And yet I don’t have kids, and I’m perfectly capable of choosing a favorite book, so maybe it isn’t like that). I read exactly 100 books this year, because that was my goal, and I’m big on goals and things like that (though I do have a few days to go so, who knows, maybe the round number will go up). Here are my Top 5 books of the year, and I swear, the order was harder than it was to wilt down the list to five.

South of the Border, West of the Sun, Haruki Murakami. The kind of love I have for Murakami defies explanations, so part of me thinks I shouldn’t even try, but I persevere, mostly to say that everyone should read him. There is something there for everyone. Most people I know who love Murakami have found something different to love about him. The language. The hidden messages. The subtleties. The directness. The evasiveness. I contradict myself, I know. That’s what Murakami does. That’s what he makes us do.   




This Is How You Lose Her, Junot Diaz. I discovered this author by chance, and if you discover him because of this list, then I will have done you some good. Come back and tell me so, if you can. I have gone on to read another one of his books and to purchase one of his novels, which I have just started reading and I can unequivocally say I haven’t enjoyed a new (FOR ME) author as much as him in years. Sometimes I don’t like his characters. Most times, in fact. That’s probably what makes him such a great writer. Because those characters you don’t like, they’re real people. You recognize them. You know them. That’s precisely why you don’t like them.


Gone Girl, Gillian Flynn. With all the hype surrounding this book, you’d think I would have read it before. But not, I’m contrary like this. I refused. I caved in just before the movie came out, mostly because I like to know things before I go see movies, and boy, am I glad I did. Reading the book is always a completely different experience than seeing a movie, and I’m glad I got all the twists and turns and the WTF and SERIOUSLY and, ARE YOU KIDDING ME’s are out of the way while reading a book. And whether I’m in the minority or not, as far as I’m concerned …the ending? Brilliant stuff.

Fear and Trembling, Amélie Nothomb. I love the title in Spanish much more, and I read the book in Spanish, but since we’re writing this in English, writing the title in Spanish did not make much sense. I contemplated leaving this book out of the list, since it seemed a little out of place, but the book has earned its spot. The author has earned its spot. There’s a certain sense of being out-of-place in the novel as well, that I could relate to. I guess, now that I think about it, we can all relate to it, one way or another.

Love Letters to the Dead, Ava Dellaria. I’m still not quite sure if this is a brilliant book or I read it in a sensitive time and it spoke to me, but the fact remains that it not only spoke to me it screamed, LOUDLY. And, what else do we ask of literature if not that?








                                          And, that’s me? What have you got? 

jueves, 18 de diciembre de 2014

El 20 de diciembre de 1989, yo estaba….

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*el después

Esta es la historia que no contamos. O que contamos por pedazos. La que no conocemos. Quizás es la historia que tememos. No se me ocurre otra razón para el velo de silencio que ha cubierto el tema durante los últimos veinticinco años.

Hay recuerdos, claro. Los de nuestros padres, más que nada. Hay uno que otro libro, la ficción tratando de poner en palabras lo que no tiene nombre. Hay un Informe de la Comisión de la Verdad, más un resumen de atrocidades de veinte años que una historia de cómo terminó todo. Hay documentales, varios, más conocidos en Estados Unidos que aquí (irónico, ¿no?).Hay poco, casi nada. Y hay gente como yo, con recuerdos fragmentados, con un rompecabezas que por más que intentemos nunca coge forma.

A los cinco años se procesa poco. Las memorias comienzan un poco antes, dicen los expertos, pero yo creo que mienten, porque de esos días yo recuerdo solamente esto:
    1. No tuve graduación de Kinder. Probablemente la graduación era el 20, o el 19, y fue cancelada por razones obvias. Tampoco me devolvieron las manualidades que dejé en mi puesto ese último día. (El tiempo me ha hecho entender que las manualidades no son lo mío, así que seguramente no fue una gran pérdida, pero aun así, al año siguiente, al regresar a la escuela, estaba convencida de que estarían ahí, esperándome. No estaban)
    2. El color blanco. Curioso como un color viene a definir un recuerdo, como una niña de cinco puede procesar que había mucha gente vestida de blanco en las calles, sin que eso signifique nada, no entonces.
     3. Las imágenes de los saqueos desde la televisión, así como quien ve una película que no tiene ninguna relación con la realidad, no las imágenes del Chorillo ardiendo, ni de soldados, ni mucho menos de tanques, no, lo que recuerdo es la gente intentando arrastrar refrigeradoras, televisores, estufas.
    4. Una bala perdida en la cuna de mi hermana. Nunca supe como llegó ahí, quizás mis papas si y nunca me dijeron. Solo recuerdo el hecho en sí, la bala, la bebé que no estaba en su cuna en ese momento, y lo raro y a la vez normal que era todo.

Eso es todo. No hay más. He pasado muchos años buscando en los recovecos de mi memoria. No sé mucho más. He buscado, créanme. He intentado. Estoy llena de facts, y sin embargo, todavía siento que me faltan miles de historias por escuchar.

Se acerca de nuevo el 20 de diciembre, y ya son 25 años. Muchos años. Demasiados, si me preguntan a mí. Demasiados para mi generación, y ni hablemos de la generación de mi hermana. Muchos años de no saber, de no entender, de esperar una historia que no llega, no completa.

La #memoriadetodos no basta, no mientras la #memoriadetodos sea una cosa que resucitamos cada año durante estas fechas, una cosa personal, una cosa privada. Ya ha pasado suficiente tiempo.  Hagamos que la memoria de todos sea, en verdad, una cosa compartida. Hagamos patria contando una historia que hace mucho, mucho tiempo debió ser contada. Contémosla de verdad, con ganas. Escribamos, cantemos, pintemos, hagamos arte. Descubrámonos de nuevo en la verdad que por tanto tiempo hemos callado. Hay gente que dice que el arte no cura las heridas. Ay, qué triste la vida de esa gente. ¡Qué triste!

martes, 9 de diciembre de 2014

El Miró 2014, los Premios desiertos y el difícil trabajo de ser jurado

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Este el tema de nunca acabar. En serio. De NUNCA acabar. Todo el mundo tiene una opinión, algunas controversiales, otras un poco menos.  Hubiera pensado que la consecuencia normal del fallo de la Sección CUENTO en el Concurso Ricardo Miró 2014 hubiera sido una amplia discusión sobre el tema. Pero eso no ha sucedido. Con respeto a todos los involucrados, esto ya va siendo más algo así como un concurso de pataletas. Y ese es el problema. Podemos estar en desacuerdo. Es más, es hasta sano que lo estemos. Pero que las diferencias de opinión sirvan para algo. Que sirvan para mejorar. Para crecer.

Como de opiniones vamos, esta es la mía: No está mal que el concurso se haya declarado desierto. Los concursos son, hasta cierto punto, una ruleta rusa. Todos los entendemos. Una cosa es calidad literaria y otra es gustos, y las dos cosas influyen al momento de que cada jurado tome su decisión. Este año los tres jurados coincidieron en que para SU criterio y SUS gustos, no había un claro ganador.

Repito, su criterio, y sus gustos. Quizás otro jurado hubiera decidido diferente. Tal vez haya gente que piense que no es justo. Pero es que estos son los jurados que tocaron en el 2014. Este es su criterio. Si no respetamos el criterio de esos jurados, como podemos respetar el de los jurados del año anterior, o el de los jurados que hace unos años premiaron a Neco Endara, o el de los jurados del próximo año y el que sigue, y el que sigue.

Para mí, por ahí va la cosa, por una cuestión de respeto, puro y simple. A mi hay escritores panameños muy buenos, muy reconocidos, con gran trayectoria, que simplemente no me gustan. No me mueven. Puedo leer sus escritores, reconocer la técnica, saber que tengo mucho que aprender de ellos y, al mismo tiempo, no disfrutarlos. Hay otros que adoro por encima de todas las cosas. Así es la vida. Por eso somos diferentes. Que aburrido seria si nos gustara lo mismo.

Los jurados son personas (LO SON, LO JURO). A veces, a nuestro parecer, se equivocan. Pero sus equivocaciones, o no, sus gustos, sus criterios, nada tienen que ver con la discusión real que debería estar ocurriendo en este momento.

Discutamos que hace falta en la cuentística panameña, que temas requieren más profundidad, que técnicas se usan muy poco, quienes son los maestros a seguir. Leamos a los extranjeros, no porque no seamos lo suficientemente buenos, sino porque hay cosas que aprender de todos lados, y el día que dejemos de ver esta realidad es el día en que realmente nos quedaremos estancados.

Que el fallo sirva de algo, compañeros escritores (dicho con voz de dirigente estudiantil). Que sirva para aumentar las ansias, no de ganar, sino de escribir una obra que valga la pena ser mencionada a lado de la de Chuchu Martínez, Rogelio Sinan y Ernesto Endara. No nos quedemos atrás. Camino siempre hay.

*(Agrego la foto de los ganadores este año porque mi Isa se ve tan linda y me dan ganas de abrazarla, y este es mi blog y si quiero echarle flores a mis amigas lo hago, pues  :)
 
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