lunes, 25 de marzo de 2013

Books that make you cry …and cry, and cry.

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Some authors just have “it”. Not the normal “it”, the one that refers to this impossible to describe quality that makes some particular people so good at something that it’s almost like they were from outer space. No, I’m not talking about that (though, yes, some people are born like that). I’m talking about that thing where, no matter what they write, you end up sobbing like a baby.
(It happens. I swear)

Of course, a lot of it has to do with the subject. (And, on this, you will agree with me, some authors are big fans of the depressing stuff). It’s hardly possible to cry when good things are happening in the book. (I think). Some books you know you’re going to cry when you read the blurb in the back. And, yet, others catch you by surprise.

This is my list of sob-worthy books. (Meaning that, while reading these books, I cried so hard makeup was gone, and there was a puddle in the floor)
  1. The Fault in our Stars, John Green. I should have known. Really, I should have. Cancer patients. And yet I’d heard so much about this book, I’d decided to risk it. And I’m glad I did. It’s a wonderful book that lulls you into a false sense of security and then…rips your heart out. Oh, how I love it.
  2. The Book Thief, Markus Zusak. This one is harder to judge. It’s set during the Holocaust, so you kind of expect it to be sad and depressing, but it’s just brilliant, and sweet, and so, so heartwarming, and then…the bottom drops out in a way you won’t see coming and you cry and you cry and you cry. And then you put the book down and cry some more.
  3. Harry Potter, J.K Rowling. That’s cheating, you say! Which book? And, yes, maybe it’s cheating, because I’m pretty sure I cried like a baby during Book 5 (WHY, SIRIUS, WHY?), Book 6 (WHY, DUMBLEDORE, WHY?), Book 7, (WHY LUPIN, WHY WHY WHY?). It’s a wonder I had any tears left to cry in some others book after this series. (The worst part, honestly, was when it ENDED. That made me want to cry some more)
  4. The Time Traveler’s Wife, Audrey Niffenegger. You cried, right? Don’t try to deny it. EVERYONE cried. It was a little nice love story, and then it wasn’t, and then it made no sense whatsoever, but you didn’t care, because you were too busy, you know …crying.
  5. The Kite Runner, Khaled Hosseini. This is one of my favorite books ever. Maybe because it breaks my heart in so many little pieces, and then it tries to put them back together but never quite manages it. It will make you sob (if you have a heart, of course), and then you will dry your tears and think you’re okay, but you’re not, not really…this book never truly leaves you.
There are a lot more. (Okay, I ADMIT IT, I CRY A LOT), but these are the ones that first came to my mind. What about you? Any tear-jerkers to recommend?

jueves, 21 de marzo de 2013

Día Mundial de la Poesía

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No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía.

La poesía y yo somos…pues, somos algo así como star-crossed lovers. Yo la amo con locura (Hasta el día de hoy todavía puedo recitar todas y cada una de las poesías que me hicieron aprenderme en la escuela, desde la Poesía Patria, hasta los Motivos del Lobo, pasando por Ñatore May y, además de esto, una buena cantidad que me aprendí por puro amor al arte, de un libro inmenso de poesía más grande que un diccionario que todavía guardo), pero ella se me resiste.

Hay gente que nació para ser poeta y yo, yo simplemente no soy una de ellas.

Al fin y al cabo somos de la misma calaña, eh, todos los escritores. El molde es más o menos el mismo. Pero para ser un poeta se requiere una sensibilidad aparte. Una forma diferente de ver las cosas. O quizás, se requiere un toque de magia, ¿Qué se yo? Una vez escuche a un querido amigo mío (maravilloso poeta) decir que las ideas le venían en verso. A mí me vienen en prosa, con personajes armados. Las frases profundas y bonitas se me resisten. ¿Qué se va a hacer?

Nunca, nunca, nunca escribiré poesía. (Y que conste que lo he intentado, eh, sino pregúntenle a Héctor Collado), pero eso no me quita el amor. No se necesita ser poeta para amar la poesía. Alguna gente piensa que sí. Algunos quieren dividir al mundo en poetas y el resto, siendo los poetas los únicos que aprecian el género. Esa gente está equivocada.

Hoy, por ejemplo, hoy me acuerdo de Amado Nervo y su Gratia Plena. De esa sensación de que no hay nada más que decir. Susurro una de las muchas poesías de Rubén Darío que sé mientras intento trabajar. Pienso en Maria Olimpia de Obaldia y su Ñatore May. Y me dan ganas de recostarme en un sillón, con una manta y Sonnets from the Portuguese de Elizabeth Barrett Browning.

Dice Bécquer, en esa poesía maravillosa que cito al principio, esa que debería ser parte de todos los afiches de este día, que poesía…poesía habrá siempre. Quizás porque la poesía está en todo. Yo no la veo, pero está ahí. Esperando al que pueda traducirla en palabras. Y, aunque bien dice el poema que seguirá estando, aunque no haya poetas…pues, me alegro mucho que los haya.

Feliz día, poetas. Feliz día, amantes de la poesía. Y, feliz día, querida poesía. Gracias por existir, por encima de todos los demás.

martes, 19 de marzo de 2013

Libros que odié la primera vez que leí y ahora amo

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A veces uno simplemente no está en el momento correcto de su vida para leer un libro. Pasa mucho más de lo que pensarían, eh. A veces, en ese momento especifico, el libro no le dice nada. No le llega al alma. Otras, quizás, no está uno en condiciones de entenderlo. Hay veces que el momento preciso lo es todo.

Eso me pasó a mí con los siguientes libros. Los odié a muerte la primera vez que los leí. Algunos de ellos hasta me hicieron evitar a sus autores por muchísimos años (error de errores). Y, luego, ya sea por pura casualidad, curiosidad malsana, o, en un caso específico, una apuesta, volví a leerlos.

Y, que bueno es que la vida nos de segundas oportunidades, ¿no?

  1. Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes Saavedra. La culpa es de mis profesores, porque, seriamente, a quien se le ocurre que una niña de 12 años puede o DEBE leer este libro. Como era de esperarse no lo entendí y no me gustó. (Si tú eres uno de esos iluminados que, a los 12, lo disfrutó, avísame y comienzo a pedir que te hagan una estatua). Años después, sin embargo, cuando me mandaron a leerlo de nuevo, descubrí un mundo de aventuras que había estado ahí, esperándome, desde el principio. Descubrí también menajes escondidos y un personaje que nunca fue simplemente lo que parecía.  Si ustedes, como yo, lo odiaron la primera vez, les recomiendo…inténtenlo de nuevo. Deléitense con ese final perfecto. Vale la pena.
  2. The Great Gatsby, F. Scott Fitzgerald. Creo que este libro también lo leí muy joven (tenía más o menos 10 y leí todo lo que había en la librería de mis padres). Me pareció aburrido y confuso. Realmente confuso. Quince años después descubrí que era una obra de arte, al punto que, hasta el día de hoy, es uno de los pocos libros que mantengo siempre en mi cuarto, por si quiero volver a leerlo. Tal vez es porque ya lo entiendo. Quizás porque puedo apreciar la escritura exquisita de Fitzgerald, y, porque ahora sueño, con, algún día, poder escribir la mitad de bien. O, a lo mejor, simplemente, porque Daisy, Tom y Gatsby, son para mí, finalmente, gente de carne y hueso y no solo personajes.
  3. Hamlet, William Shakespeare. De nuevo, quizás la culpa de todos estos males la tiene la escuela (Realmente necesitamos revaluar que libros están leyendo los jóvenes), pero es que, a los 13 nadie se identifica realmente con Hamlet. A los 13 todo es una soberana estupidez, con gente que habla sola (¿monólogos? Bah!) y un final ridículo. Doce años después, Hamlet es un genio, capaz de expresar en pocas palabras verdades profundas y el final es una cuestión sublime.
Seguramente hay bastantes más, pero estos son los primeros que me vinieron a la mente (Ahora, también puede tener que ver con que algunos libros que la gente odió en la secundaria, como por ejemplo, cualquier cosa de Gabo, yo amé con locura desde el primer momento). Supongo que, en el fondo, son la prueba de que todo en la vida merece una segunda oportunidad….hasta los libros.

lunes, 18 de marzo de 2013

The writing process or… what exactly do you do?

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I write a lot about writing, about books, about characters, because sometimes I feel like I’m a writer first, and everything else comes second. But being a writer is a tricky thing. It’s a solitary thing. It’s also a very personal thing. People sometimes ask me about my writing process: How do you write? What do you do? When do you do it? And, sometimes, I answer, but at the same time, I want to tell them: It doesn’t matter. Not really. Not if you’re asking me because you want to do the same. What works for me might not work for you. In fact, what works for me PROBABLY won’t work for you.

But people keep asking. Sometimes it’s curiosity. I think I asked this question a lot of writers when I was starting out, too. And curiosity I can understand. But writers …we’re very peculiar people. So don’t be surprised at how very strange my rituals seem to you. I would even say, don’t try to replicate them. Be strange in your own way.

So, what do I do? I need silence. Complete silence, at least to start. The first line is always the hardest part for me. The first paragraph. Once I’m done with that I can usually continue even without the total silence I like. But silence is best.

And when I say silence, I mean TOTAL silence. I don’t even listen to music. Music is good for inspiration, I will agree to that, but once I’m actually writing, music is just a distraction. And I get distracted very, very easily.

The other thing I desperately need is a computer. If I’d been born fifty years ago, I probably wouldn’t have managed to be a writer. They say people get used to everything, but I can’t get used to writing by hand. I need to type; typing calms me down. Writing things down by hand is just messy and unpractical. It’s for ideas, snippets, for making sure you don’t forget something, but when you actually get down to business, for me, it’s got to be in front of a computer.

Preferably one with internet. See, it’s this thing I suffer from. It’s kinda like OCD. I have to make things right. I have to edit. I want the chapter to come out perfect the first time around (which is, of course, impossible, and terribly impractical and it ends up taking me twice as long to write things because of this), so I have to look up things. RIGHT AWAY. If I don’t, they’ll just bug me. And when things bug me, I just can’t write. 

I’ve heard people that get up early to write (HA. If I could get up early to do ANYTHING, I’d probably exercise more). I like to write late at night. Very late. Midnight is early for me when I’m writing. I don’t know why, but it seems like I’m at my best when it’s dark outside. Almost like a vampire. (But a real one, not a Stephenie Meyer one). 

So, writing process. Everyone has one, I guess. I doubt my little quirks will do you much good, but now I’m actually curious…what do YOU do? What are your little tricks?

jueves, 14 de marzo de 2013

When I grow up, I want to be… John Green.

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I know, I know, I change my mind every week. I still want to be Neil Gaiman. But, oh, Green. Have you read “The Fault in our Stars” Yes? Did you love it as much as I did? No? What are you waiting for?

This is pretty much a conversation that happened AFTER my sister caught me re-reading the aforementioned book (I was smart enough to read it in my room, the first time, with the door closed so no one could hear my wailing. I thought I couldn’t possibly cry as much the second time around, so I didn’t hide. Oh, how very wrong I was.

Me: ::SOBS UNCONTROLLABLY::

Sister: Are you okay? What happened?

Me ::clutching the book to my chest:: This …this …this …BOOK. It’s so, so, sooo sad. And, so so so wonderful. I just …I just ….::resume crying::

Sister: Eh, so…you’re crying like this because of a book?

Me: But it’s so wonderful. You should read it.

Sister: Eh. But you’re crying.

Me: Yes, but you never cry. Read it, you’ll love it.

Sister: ::picks up the book and reads the back cover: CANCER PATIENTS? It says CANCER PATIENTS?

Me: Yes, but you see…

Sister: No, no. Wait. CANCER PATIENTS? And you expect me to read it?

Me: It’s so pretty.

Sister: Why are you even crying? You knew what it was about. CANCER PATIENTS. What did you expect, sunshine and roses?

This is the power of John Green. And, yes, it’s one of those books. The ones that make you cry uncontrollably and still feel good about having read it. It’s a weird feeling. One I wholeheartedly recommend.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Los hombres, las mujeres y los deportes.

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Seguramente la idea de que los deportes son una cuestión masculina comenzó hace mucho, mucho tiempo. Quizás, cuando comenzó, tenían algo de razón. Originalmente los deportes fueron una cosa masculina (las pobres mujeres no podían hacer nada en esos tiempos), pero los tiempos han cambiado. (Y cómo han cambiado, ya los niños de dos años usar la cámara del celular, la Tablet, y quien sabe que mas).

La idea permanece, sin embargo. Si una mujer mira un juego de fútbol es porque quiere ver hombres corriendo en pantaloncitos cortos (Y si, como yo, mira un equipo como Argentina, donde no hay mucho eye candy que digamos, es porque tiene mal gusto), si una mujer ve un juego de fútbol americano es porque quiere ver a los jugadores en esos uniformes apretaditos, o porque le gusta el QB (Si, como yo, tu QB es Peyton Manning y lo amas con locura, pero eh, guapo guapo no te parece ni un poquito, ya eres un bicho raro. Deberías mirar a los Patriots. Tom Brady si esta bueno).  Si miras beisbol es más o menos lo mismo. Y si, de a casualidad, te gusta el tenis, no es porque te guste el tenis, obviamente, es porque te gusta algún jugador en especial, porque, a quien le interesa ver a dos tipos pegarle a una bola por horas y horas. (Si te gusta el tenis femenino eres lesbiana, de seguro).

Y, ¿saber de deportes? Entender la diferencia entre un lateral y un volante, poder ver un juego de fútbol americano y decir que el receiver tuvo la culpa de esa intercepción, no el QB, porque es obvio que corrió mal su ruta. Ver un homerun y decir, claro, eso lo bateo yo, si se la dejaron en medio del plato. Saber la diferencia entre forehand y backhand…ah, no, eso es el acabose. Y, si, para colmo, uno es una freak (como yo), de esas que puede contestar trivia y cosas así, de esas cosas que pasaron antes de que uno naciera. 

Entonces, pues, entonces uno está exagerando. Entonces ya no es tan divertido. Es que los deportes son, al final, una cosa de hombre. 

He escuchado todos estos comentarios en algún momento u otro. Curiosamente, los mismos hombres que dicen, ay, como me gustaría una novia/amiga/hermana que supiera de deportes, son los que luego se ponen bravos cuando quieres opinar sobre su equipo, si, al fin y al cabo, tú que sabes, eres simplemente una mujer.

No son todos, eh. No son todos. Las generalizaciones son malas. Así como no todas las mujeres aman los deportes (como yo), pues, no todos los hombres son machistas y les gusta pensar que lo saben todo.

Pero como hay, eh. Como hay, eh. 

A los que sí, a los que no, a los que medio medio….hoy, más que nunca, les deseo…una hija mujer. Una freak como yo. De esas que, después de un rato, discute con su papá, porque ya cree saber más. Para que vean que los tiempos han cambiado de verdad. Ya las mujeres no somos las de antes, oh no.
 
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