miércoles, 31 de octubre de 2012

Feliz día, brujitas

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Hay brujas, brujitas, brujildas. Hay algunas brujas buenas, como Glenda, en el Mago de Oz, la que todas queríamos ser. Hay brujas “malas” (y algunas misunderstood). Hay brujas que para que te cuento, son como para salir corriendo. No tienen verruga, ni escoba (bueno, al menos, si la tienen, está BIEN, pero BIEN escondida), pero dan miedo. Que te digo miedo. Hacen brujerías. Ya saben el tipo. De esas que te encuentras en la vida real, todos los días de la vida. (No mencionaré nombres, pero do me a favor, cerremos todos los ojos e imaginémonos a una. You can do it. Come oooon. I know you want to)

Pero, esas no importan. Esas son brujas hoy, claro, pero seguirán siendo brujas mañana. Así que no gastaré más espacio en ellas. No, hoy estoy aquí para hablar del otro tipo de brujas. ­­­Esas que conoces en la escuela, cuando estas chiquita. Las que comparten contigo clases, galletas de sándwich, soda de fresa y pastillas de limón.

Esas que pasan un mes contigo en el servicio social. Y esas que ni la distancia te hace olvidar.

Las que te acompañan cuando pasas a otra etapa de tu vida. Las que vas encontrando en el camino. Las que nunca se van. Las que te encuentras en otros países. Las que se quedan no importa donde estés. Las que comparten contigo lágrimas, decepciones, felicidad, amor, libros, películas.

Las que llevas contigo siempre, en el corazón.

Hoy es el día de las brujas. Pero no de todas. No de aquellas (porque hay muchas), que se desviven por escupir veneno. N­­­­o de las que viven de la envidia y del arruinarle la vida a otras mujeres. No, hoy es el día de esas brujas que comparten pastillas, sonrisas, libros, almuerzos, paseos. Aquellas que, un día, se sientan por la noche a contemplar un canal en Venecia, con una cerveza en la mano y un pedazo de pizza y pueden pasarse horas discutiendo la vida

Esas que, con un almuerzo, una jarra de sangría y uno que otro libro, arreglan una semana. 

Las que pueden quedarse cinco días seguidos en un sofá comiendo porquerías y viendo películas y pasar la mejor semana de sus vidas. Esas que se vuelven tu familia. 

Feliz día a esas brujas, mis amigas. ¡Que gusto que, en un día como hoy, seamos el club de las brujas! Como las quiero.

martes, 30 de octubre de 2012

Castle Review, “Probable Cause” (Episode 5, Season 5)

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I watch TV. A lot of it. I don’t usually do reviews, or things like that. There are good episodes of every show. There are so-so episodes. There are bad episodes. Some surprise you, of course. Some delight you. And, then, there are episodes like last night’s Castle that leave you go, at the end, wanting to tweet something along the lines of: ANDREW. FREAKING. MARLOWE. YOU GENIOUS, YOU.

I admit it, I was a bit disappointed a couple of weeks ago, when I saw the previews for the next episode of Castle I mean, yeah, it was time to bring some drama to what was becoming a sugary/romance filled Castle/Beckett beginning of the season. (Not that I have anything against happiness, but as a writer, I know this is unlikely to last if you want viewers to continue to tune in). But this …this felt overdone. Castle as the suspect. Haven’t we been here before? I mean, no one was actually going to believe this, right? The guys were going to give him some grief, but soon they were going to go in another direction. And Beckett, well, she the worst this could do was expose their relationship to the rest of the precinct.

Oh, how very wrong I was.

Funny thing is, I never caught up. I had no idea what was going on. In retrospect I almost wish I had decided to live tweet this thing, that’s how hilarious my reactions were. When I actually figured out what was going on (about half a second before 3KX’s actual face appeared on screen) I screamed so loud I scared my sister into thinking there was an actual ax murdered in our house (always fun). And, really, isn’t that what half the fun of watching tv is all about. Sure, we watch because we want to get involved with the characters, because we want to care and all that crap, but mostly, we watch because we want to be entertained, because we want to be surprised, because, at the end of the episodes …we want to be all like …well, I didn’t see THAT ONE COMING.

And, let me tell you, I didn’t see that one coming.

So, even if the ending was a little obvious (it’s hard to kill of a character like that, with all the potential to bring him back and screw up your characters’ lives a little more, I get it), Andrew Marlowe, I take my hat off. Seriously. And, I’m really glad there was nothing in the previews to give it away. Monday night well spent. And I don’t always get to say that.

Good television. Of the kind I wish I could have written. I don’t know if there’s a better compliment than that.

lunes, 29 de octubre de 2012

Wait, what day was it again?

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Es lunes, de nuevo. ¡Qué bueno!, comienza la semana. Ya tenía ganas. Tengo muchas cosa que hacer y like miiil ideas en la mente. Wait ..what? Yo nunca quiero que empiece la semana.  Bueno, had a good weekend, quizás fue eso. Mi equipo gano big. Fui productiva.  Wait …what? Yo nunca soy productiva los fines de semana. Mi equipo tampoco gana, y si gana, they never, ever do me the favor of winning big, or easy. Para eso son los días de la semana, para la producción. Los fines de semana son for lazying out. Ah, y para quejarme de mi equipo. 

Algo raro está pasando aquí. No lo entiendo. I mean, es lunes. At least, I think it is. Excepto que, it doesn’t feel like lunes. Ya casi es mediodía. Pero el día no se ha pasado tan lento que casi me ha costado llegar hasta las doce. No tengo hambre. (pero ni un poquito. ¿No se supone que el stress viene acompañado con ganas inmensas de comer? ¿Dónde están las mías? Y, si estas es una nueva forma de stress, ¿DONDE HA ESTADO TODA MI VIDA??) Ni ganas de matarme. Si, tuve que contestar un email de una persona mega odiosa (de esos que escribes y luego cuando lo lees te dices a ti mismo, oh no, no lo puedo mandar así, y vuelves a escribirlo, y no, todavía no lo puedes mandar así, y vas y lo escribes por tercera vez y cuarta, y quinta, y como a la octava cuando el email ya tiene como 9 líneas menos, te has tomando dos tazas de té y estas confiada de que le sacaste todo el odio que sientes por esa persona, pues, por fin lo mandas) y, pues, tengo mucho trabajo, pero la pila is going down, slowly, but surely. Todo bajo control.

Ah, y se me quitó la alergia. O sea que, por fin, por fin me pude maquillar. (On a side note, el maquillaje que no da alergia es REALMENTE CARO. Chicas, no sean alérgicas, SALE REQUETERECONTRA CARA la gracia) Y, esta mañana, me demoré dos minutos en decidir que ponerme. Y no había tráfico. I repeat, NO HABÍA TRAFICO. 

¿Será que esto es una realidad alterna? The Twilight Zone?? ¿O quizás Murphy por fin se ha olvidado de mí? Is it too much to ask? Will karma come back to bite me in the ass later in the week? En verdad no entiendo que está pasando, pero supongo que lo mejor que puedo hacer es no cuestionarlo. Ride the wave, for as long as it lasts. Si la vida me quiere poner las cosas un poco más fácil por un rato, ¿quién soy yo para quejarme? So, yeah, let’s ignore the fact que todo esto es probablemente too good to last. Por ahora, vamos a sonreír. Disfrutar del día, and all that crap. Me lo he ganado.

lunes, 22 de octubre de 2012

Esos libros que leímos cuando éramos niños (I): Anne of Green Gables

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A veces veo uno de los libros de esta serie (si, si, les juro. Es una serie. No, que la autora no escribió solo un libro. Vayan a Google si no me creen, que es su amigo. Son ocho. Lo juro) en mi mesita de noche (el cuarto, o el ultimo, mis favoritos), y me detengo a pensar en esos libros que leía uno cuando era niño. Los recuerdos que traen. Las cosas que significan. Cuando yo leí Anne of Green Gables por primera vez, era una niña. La última vez que lo leí, completo, fue hace un par de años. Hoy, de repente, me han dado ganas de leerlo de nuevo. Es curioso como eso pasa con ciertos libros. Nunca se te quitan las ganas. 

Cuando conocí a Anne primera vez yo también tenía once años. Ella tenía el cabello rojo, yo soñaba con tenerlo. Ella amaba leer, hablaba hasta por los codos y tenía muchas, pero muchas ideas. Teníamos la misma edad, pero ya desde ese momento, yo quería ser como ella.

Es curioso, pero ahora que lo pienso, Lucy Maud Montgomery, hace ya más de un siglo, logró en Anne, una verdadera heroína feminista. Por allá por 1908, cuando el libro apareció, una mujer no pensaba, como Anne después pensaría, en ir a la universidad. En hacerse maestra. No, una mujer solo pensaba en tener hijos. Pero Anne nunca fue como las otras niñas.

No, a ella le gustaba la escuela. No tenía interés en ser popular, ni importante. Solo necesitaba una amiga, Diana. Claro, eso, y del cariño de Mathew y Marilla. Lo demás, pues, lo demás era secundario. 

Se aprende mucho leyendo un libro como este. Puede ser que no todas las lecciones se queden con uno, pero algunas permanecen. Anne me enseñó, por ejemplo, que las niñas pueden ser las más inteligentes de la clase. Que no hay que conformarse. Además me enseñó que la imaginación es una cosa poderosa y que hay que seguir cultivándola. También me enseñó que el orgullo es el peor de los pecados, que perdonar es algo bueno y que un amigo de verdad es algo que todos necesitamos. 

Por encima de todas esas cosas, Anne me enseñó que, a veces, nos concentramos tanto en mirar lo que viene que no nos damos cuenta de lo que tenemos. 

Y pensar que todas estas lecciones las recibí a los once años. 

Hoy, en honor a Anne, a Gilbert, a Diana, a Marilla, a Mathew y a todos aquellos personajes que, una vez, cuando estaba chica, me enseñaron tantas cosas, voy a ir a desempolvar mis libros. Siempre vale la pena volver a leer un libro que le trajo a uno tantas cosas buenas.

viernes, 19 de octubre de 2012

Facing a day without makeup is a daunting task

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Parece mentira. Cuando tenía 16 años nunca me hubiera podido imaginar que diría esto, pero, levantarse en la mañana y tener que ir a trabajar sin maquillarse da miedo. No miedo, no. Terror. Del bueno. Del que da ganas de quedarte en casa debajo de las sabanas porque que te vean tu cara así, al natural, pues, es espeluznante, casi tan espeluznante como tus ojeras. 

Lo divertido es que justo ahora me estoy recordando que en primer trabajo, como ayudante estudiantil en la ACP, no me puse una gota de maquillaje durante los tres meses que trabajé. Es más, ahora que lo pienso, ni siquiera sé si me peine. Mi mamá me lo recordó todos y cada uno de los días que duré en el trabajo (un trabajo de verano, no vayan ahora a creen que me despidieron por la falta de maquillaje y/o peinilla), pero yo, con la sabiduría infinita de los 16 preferí dormir 10 minutos más que ponerme, aunque sea, algo de base.

Tiempos aquellos. Cuanto daría por regresar.

El martes fue un día normal. Común y corriente. Me levanté, comí cereal, comencé a maquillarme, me puse delineador, y zas, ahí se apareció Murphy, que no era que estaba completamente ausente de mi vida, eh, pero bueno, no la había regado completamente hace rato. Alergia. Al bendito delineador. El mismo que llevo como tres o cuatro meses, ya ni sé cuánto, usando. 

No soy tonta, yo sé lo que tengo que hacer. Pastillas para la alergia. Cero makeup. Y a esperar. Pensé que la cosa seria un día. Vale, un día puedo soportarlo. La gente en la oficina me verá, pensé, pero eso no se puede evitar. Al día siguiente todo vuelve a la normalidad. Pero ya van CUATRO DÍAS ASÍ. CUATRO. He tenido que salir a la calle. Ir a los Juzgados. La gente me HA VISTO.Y ya sé que seguramente lo he empeorado intentando maquillarme y todo eso (No con el mismo delineador, obviamente, todavía me queda una PIZCA de sentido común. Es más, ni siquiera he intentado ponerme delineador. Pero, pero, pero…es que ustedes no entienden. Yo soy pálida. No un poco pálida, muy muy pálida ojerosa. Una vez alguien me dijo mapache. Así de ojerosa. Es un crimen salir a la calle sin maquillaje).

Y si, ya sé, a los 16 años yo misma no lo pensaba, pero bueno, los años traen la sabiduría, Así que le pido a Murphy, al universo, a mi cuerpo o a quien sea que este conspirando contra mí que por favor, me dejen en paz de una buena vez. Necesito volver a la normalidad. Y, bueno, a esta, ahem, avanzada y sabia edad, mi “normal” incluye algo de maquillaje. You hear me Murphy? Deal with it.

miércoles, 17 de octubre de 2012

With the Yankees, it’s either LOVE them or HATE them.

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Me gustaría decir que hay punto medio cuando se trata de este tema. Shades of grey y todo eso. Pero, estoy un poco susceptible con ese tema de los shades of grey (por razones obvias), y, además, con los Yankees, simplemente, no hay punto medio. O los amas, o los odias. Y, pues, aunque les duela a muchos, la mayor partes de las veces, pues, los odias.

No solo pasa con los Yankees, eh. Pasa con muchos equipos. El Real Madrid. El Barca, últimamente. Los Patriots. Realmente, pasa con casi cualquier equipo que se vuelve famoso y comienza a tener muchos pero muchos fanáticos. Siempre hay gente que ha sido fanático desde el principio. Luego hay la otra gente, la que saltó al carro al final. La que ni siquiera conoce los nombres de los jugadores. La que no se acuerda que es el beisbol hasta la segunda ronda de los playoffs. La que fastidia a todo el mundo. 

A mí me gustaría decir que esa son la gente que hacen que odie a los Yankees, la gente que hace que odie al Real Madrid, pero, para ser honestos, a mí lo que me molesta de los Yankees es absolutamente todo. Desde el fantasma de Steinbrenner, hasta la existencia de Jeter (aunque, bueno, para ser honestos, lo único que no me gusto, fue la lesión del susodicho en el primero juego de la serie de campeonato de la Americana. Vamos, que yo odio a los Yankees, si, y quiero que pierdan siempre, sí, y quiero que Jeter se ponche 5 veces al juego, sí, pero que se lesione, pues, eso no. No Jeter. Hay tipos que no se merecen más que respeto, y Jeter es uno de esos.), pasando por los 30 millones al año del inútil de A-Rod, y terminando con el hecho de que, si este año llegan a perder, pues, el año próximo, se encargaran de comprarse a todos y cada uno de los jugadores que les ganaron.  

A mí me gusta el béisbol. Me encanta. Pero los Yankees están a punto de arruinarlo. Nadie puede competir, porque nadie tiene tanto dinero. Así ha sido por mucho, mucho tiempo. Y así seguirá siendo. Nadie quiere cambiarlo. Los fanáticos son muchos. Todos compran camisetas. Al inútil de Alex Rodríguez le pagan más que a nadie por poncharse tres veces al juego con las bases llenas. 

Un día (sueño con ese día, lo juro), la cosa no será sostenible. Oakland le ganará a Detroit. Atlanta le ganará a St. Louis. Baltimore a los Phillies. O, si se quiere soñar en grande…San Diego le ganará a los Yankees. El equipo con menos dinero, al que más tiene. O, quizás, la  MLB despierte. Tal vez se den cuenta, como, tiempo atrás, se dieron cuenta la NFL, la NHL y la NBA que sin un tope salarial y en una liga donde solo compiten los Yankees …pues, a la mayoría de los fanáticos, no nos queda más remedio que odiarlos.
 
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