viernes, 28 de diciembre de 2012

Time to be who you want to be…

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Se acabó el año. O, casi se acabó el año. Hora de las resoluciones de año nuevo. De las decisiones de que cosa queremos ser. De qué cosa queremos dejar de ser. Qué cosa vamos a intentar ser. Todas esas cosas que duran unas buenas dos semanas de enero. Es la hora de las buenas intenciones.

Como no pretendo que este sea mi post de resoluciones (ese viene el 1 de enero), diré que en el 2013 pretendo dejar de ponerme limitaciones. Dejaré de creer que hay cosas que no puedo hacer. Seguramente hay miles de cosas que no puedo hacer, pero esas las descubriré a los golpes. (Esto es como una manera de bonita de decir que este año, intentare más cosas. Pero, bueno, tampoco intentaré tantas… I still don’t think bungee jumping is in my future).

Yoga is. Oh, yoga. Me voy a convertir en una de esa gente mega-annoying que jura que el yoga es una de esas cosas súper maravillosas sin las cuales no pueden vivir. He hecho yoga por más o menos un mes y ya casi me siento como una de esas personas. Pero, en serio. No sé cómo he vivido mi vida sin hacer yoga. 

También me voy a convertir, o bueno, voy a volver a ser, una de esas que lleva un libro a todos lados. Lo era antes, pero, por un rato, deje que el trabajo me distrajera. Extraño mis libros. Extraño leer. Dije que iba a leer 100 libros este año y de a milagro llegue a sesenta. SESENTA. Qué pena que me da. Supongo que el hecho de que no tuve ni una pizca de vacaciones tiene mucho que ver con eso. No tuve tiempo.

Vacaciones. Sí, eso. Este año tendré vacaciones. No se puede trabajar tanto. Este año escribiré más, también. O quizás, simplemente, me organizare mejor. Esto se parece ya a un post de resoluciones, exactamente lo que no quería que fuera. Pero, ya es hora. Hora de comenzar a pensar. Comenzar con las listas.  Hora de ser exactly who you are. Hora de dejar de ser who you think you’re not. If not now, when?

viernes, 21 de diciembre de 2012

Lissete E. Lanuza Sáenz en Exedra Books, o, como me gusta llamarlo...yo, sobre ...pues, yo.

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Y, pues…un día,  hace poco me invitaron a Exedra, a hablar un rato, filmar un vídeo, contarles un poco de mis libros. Y, pues, a mí, como no me gusta ni un poquito hablar, me costó taaanto. (Anécdota divertida, esto lo filmamos a la primera. No tuve que repetir nada. Fue in and out. Esos años de teatro en la escuela sirvieron de algo. Igual pensé, hago otro intento y la daño, eh, así que mejor lo dejamos así.)

Les regalo el link del vídeo. Espero les parezca que me quedo tan bien como yo pensé que me había quedado después de filmarlo. (OJO, no me atrevido a verlo de nuevo, no vaya a ser que no me gusta).

Como siempre, acepto comentarios. Buenos, malos, medio buenos, horribles (bueno, esos no sé…pero lo pueden intentar). Mejor es eso que quedarse callados, eso sí.



miércoles, 12 de diciembre de 2012

Personajes que te quieren y aquellos que, pues…no tanto.

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Tengo la tendencia de hablar de mis personajes (a veces hasta hablo CON mis personajes) como si fueran gente real, de carne y hueso, que a veces tienen un buen día, a veces un mal día, y, de vez en cuando, hacen algo que me pone histérica. Tengo amigos que probablemente piensan que estoy loca debido a este hábito, pero un personaje, especialmente cuando uno está escribiendo una novela, no puede ser simplemente líneas en un papel. Un personaje debe ser real, tridimensional. No es cuestión de crearlo solamente, sino de sentirlo.

Y yo, pues…yo definitivamente siento a mis personajes. 

Alguna gente dice, pero tú eres todos tus personajes. Y, seguramente, tienen algo de razón. Nadie puede inventar cosas de la nada. Algunos personajes se parecerán más a ti, otros serán tu opuesto, pero, al final, todos tendrán algún pedacito del autor, por más pequeño que sea. Quizás, por eso, es que a mucha gente le cuesta entender una de las frases más comunes entre los escritores:

Estoy teniendo problemas con mis personajes.

¿Cómo puedes tener problemas con algo que TU creaste?, me preguntan. No tiene sentido. Tú debes entender al personaje mejor que nadie. Y, claro, debería. Pero no siempre resulta así de sencillo.

Así como me imagino que deben ser los hijos, a los personajes uno los hace, y luego, ellos como que toman vida propia. Lo juro. Siempre he pensado que hay algo de magia en el proceso. Uno crea algo y luego casi cierra los ojos y…el personaje como que toma vida propia. El cuento casi se escribe solo. 

No es así de fácil con todos los personajes. Y, al menos, para mí, no tiene nada que ver con si estas escribiendo al héroe de tu novela, o al villano. A veces un personaje, por más que tú seas su creador, pues, no te quiere. Se rehúsa a hablarte. A veces hasta se rehúsa a hacer lo que tú dices. Puede ser un personaje bueno, buenecito, o el más malvado que te has imaginado en la vida. Es como pasa con las personas: con algunas tienes química, y con otras, pues no.  

Otros personajes cooperan. Hasta te dan ideas. Pero hay algunos, oh, hay algunos…pues que dan ganas de matarlos. Así de sencillo. Solo una línea.  Excepto que los necesitas. Excepto que tu historia no sería lo mismo sin ellos.

Así que vuelves al sufrimiento. Hay algunos personajes que salen fácil. Que parecen escribirse solos. Hay otros que son una tortura de escribir. Pero al final, eso son, casi siempre, los que terminas queriendo más. Lo que te costaron.

martes, 11 de diciembre de 2012

Aaaaaaaatchooooooo!

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 Ah, it’s that wonderful time of the year again. No, no es Navidad todavía. (Bueno, aunque si vieran mi edificio pensarían que si lo es, parece que Santa escupió). Tampoco es año nuevo, todavía tengo un par de semanas antes de estar pensando en fiestas épicas y en las uvas. Pero si, ha llegado ese tiempo, en que sin falta, me da un refriado de estos.

Cuando digo de estos me refiero no al resfriado cualquiera, ese donde estornudas un poco, te duele algo el cuerpo, pero zas, dos Tylenol y puedes aguantar el día. No, no. Me refiero a ese donde cada paso es una tortura porque todos y cada uno de los músculos en tu cuerpo están adoloridos, donde el catarro no te deja ni hablar, estas estornudando tanto que, si a Santa, de a casualidad, le faltara Rudolf este año, tu podrías reemplazarlo, y tu garganta te duele hasta cuando piensas en hablar.

Esa gripe que no es ni gripe, sino como peste bubónica. 

La que te provoca quedarte en la casa, debajo de tres sabanas, y dormir todo el día. La que te quita el apetito, pero, al mismo tiempo, te deja deseando una sancocho caliente, porque eso, según mi abuelo, quita todos los males. Alguna otra gente dice que un shot de seco es lo que de verdad quita todos los males, pero eso, sí que no tengo ganas de averiguarlo.

 Claro, la vida no funciona así. El mundo sigue girando aunque tu tengas ganas de morirte (La semana pasada casi ni fui al gym. Y yo soy de las que me arrastro hasta medio muerta, which is not always a good thing. Así de mal me sentía). Y pues, ya he decidido que una semana es suficiente. Ya estuve miserable y media por (contando hoy), siete días. 

Me rehúso a perder uno más a manos de esta peste.

Así que, hoy, pues hoy iré al gym. Comeré lo que me da la gana. Y si, probablemente pagare las consecuencias. No podré hacer ejercicios bien, me dolerá doblemente el cuerpo, mi garganta protestara y, para colmo de males, tendré que acostarme como a las nueve porque estaré muerta en vida.

Pero la gripe no me habrá ganado. Oh, no. Not again.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Pasos para escribir una novela histórica: (I y II)

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Ahora que lo pienso, quizás debí haber llamado a este post: Como NO escribir una novela histórica, porque, a pesar de estar aquí, al borde de terminar la mía, todavía (crucen los dedos, por favor. Es mi último goal del año, terminar esto!!) no puedo decir que tengo idea de que hacer. Pero ideas sobre lo que no se debe hacer, de esas tengo bastantes. Y, a veces, esas son suficientes. 

Lo primero es un poco de self-awareness. Suena complejo, pero es realmente sencillo. Es simplemente algo así como…pues, aceptarlo. Sí, estoy escribiendo una novela histórica. Escribir novelas históricas no es una cosa fashion. Ahora la gente quiere escribir de vampiros, o de ángeles, o fantasía. Nadie quiere escribir novelas historias. Aun cuando uno las está escribiendo ya, nadie quiere aceptar que eso es lo que está escribiendo.

Pero, no sean como yo, que me pase semanas convenciéndome de que, solo porque mi novela estuviera dividida entre el presente y los años 20s, no significaba que estaba escribiendo una novela histórica.  No, era simplemente una novela con elementos históricos. Y ya. Pero, luego, mis personajes del pasado adquirieron vida propia. De tres capítulos que tenía planeados con ellos, solo tres miserables capítulos, para dar una pincelada de historia, termine con una historia que es casi la mitad del libro. Y, fue hora de aceptarlo.

Después de la aceptación viene la peor parte. LA PEOR. Es el paso número dos, pero, a veces, se convierte en el dos, el tres, el cuatro y hasta el cinco. La investigación. Porque, claro, yo me asomo a la calle y nadie me tiene que contar como describir el Panamá de hoy en día. Tengo ojos. Pero más vale que alguien me cuente como era Panamá en 1920. Más vale que encuentre alguna foto, algún recorte de periódico, algo. Más vale que averigüe como era pasear por las calles vacías, a que olía esa ciudad en su infancia.  Más vale que piense en cada pequeña cosa, desde cómo se vestían, hasta que comían, pasando por cómo se movilizaban. Porque, si necesito que mi personaje vaya de un lugar a otro, no va simplemente a salir a la calle y coger un taxi. Más vale que averigüe si es verdad que mi personaje puede hacer x o y cosa. 

Por aquí vienen los problemas. Acumulándose. Sonaba todo más fácil, en teoría. Siempre es así. Escribir es un cuestión que requiere mucha más valentía de lo que la gente piensa.  No es solo poner palabras en un papel. Es sacar cosas de adentro de uno y ponerlas en un papel. Es darle vida propia a mil trescientas partes de uno. Probablemente todos los escritores tienen múltiples personalidades. Se requiere un temperamento específico, no para escribir, no, eso lo hace cualquiera, pero si para seguir intentando, escribiendo, corrigiendo, investigando, y luego, una vez terminado todo eso, volver a empezar el proceso. 

Y, pues, yo me metí en este hueco solita. Ah, no, no estoy escribiendo una novela histórica, decía hace un par de semanas. Ahora, sin embargo, solo quiero decirles: ¿Alguien tiene alguna foto de Panamá en 1920 que quiera compartir?

lunes, 3 de diciembre de 2012

How I did NOT win #NaNoWriMo, and yet, in a way, I still WON

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So, I did not get to 50k. In a way, it’s disappointing. I got to 45k. That makes it even more disappointing, because I was SO close to 50. I was almost there. I ALMOST had it. And then, I didn’t. 

I got very sick during the last few days. I tried, I really did. But, in the end, it just wasn’t worth it. I had to fight through a lot to get to 45k in the first place. NaNoWriMo was a very different experience than I thought it would be. In the end, I think, a little self-reflection is probably good. For me, and for anyone who wants to try this again. Take a lesson from my mistakes, and all that crap.

The whole shut your inner editor thing is a good advice. It works…for some. For me, it was downright impossible. I lost an ungodly amount of time trying to do this, and then, when I decided to just ignore it, I actually did much better. I realized, I should have been letting my inner editor speak from the first day. My inner editor rules me, that’s the truth of the matter. I can’t keep on writing when I’ve repeated the same word twice in the same sentence. And the overuse of adjectives gives me a headache. I will even lose sleep over it. That’s just the way it is.

It might not be that way for everyone, but that just the point. Everyone should get the chance to be the way they are. Writing is not something that has a blueprint. It’s not the same way for everyone. And that’s just fine.

The other thing that absolutely did not work for me was the word count. Some days 1k was fine. Others I could write 5k. One week in I got so stuck (and this always happens to me, because I suck at planning ahead, I get an idea, I get excited, and I just want to get started, but I’m very bad at figuring out how to get from point A to point B, and when I actually have to WRITE that, well, I get stuck), that I couldn’t write. All I wanted to do was curl up in a ball and cry. I had to summon and emergency council meeting (aka my mother and my sister), for a lost afternoon of R&R, which in our world equals shopping and ice cream.  

After that I had to sit down, take their ideas and flesh out what I actually wanted to do. I lost two days right there. And, I needed those two days. I really did. I wouldn’t have been able to FINISH my novel without those two days. But, for NaNo, those were two lost days. Because I should have done that before. And, I didn’t. I can’t. My brain just doesn’t work that way. I need to get going. I need to get my creative juices flowing. And, THEN, I can think about planning. 

So, lesson number one from November. #NaNo works, yes. But, it works in different ways, for different people. I guess you just have to figure out what you want it for, and make it work for you.

Oh, and also, you have to realize that it will make you a lousy friend, coworker, sister, girlfriend, daughter, etc. You will also, eat too much, too little, drink a lot of coffee, eat a lot of ice cream, or just eat nothing at all. November will be a moth of extremes. That’s just #NaNo for you. That’s the way it’s built. Are you up for it?
 
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