jueves, 11 de octubre de 2012

Jueves de cuento: Casa

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Casa son diferentes cosas, a distintas horas. Cuando abro los ojos mi casa son este polar que me protege del frio y esas persianas que no dejan entrar ni un poquito de luz. A veces me quedo aquí, quietecita, por un rato, disfrutando del calor, antes de atreverme a sacar un pie de mi capullo, y entonces, mi definición se extiende a mis pantuflas, que me mantienen caliente y cómoda mientras me deslizo por mi piso. Casa es el gentil hummm que hace la calefacción cuando estás muy muy cerca. O el pip pip del microondas cuando pongo mi taza de chocolate a calentar, porque eso es lo que me gusta desayunar, junto con una magdalena. 

La computadora me recibirá luego, la tarea del día, o un libro, porque será muy temprano para pensar en casa. Eso es hasta que el teléfono me sorprenda, como casi todos los días, a la 1 de la tarde, exactamente, y es mi abuela, siempre, porque ella sabe que ya me habré despertado, y a esta hora podrá hablarme. Y a veces no tendrá mucho que decir. Pero me contará cosas. Me preguntará sobre clases, mis compañeros. El frío. La gente, la ciudad. Yo le preguntaré si ya ha desayunado. Ella contestará que esa es una pregunta de abuela, y se molestará porque yo la hice primero. Y me dirá que me extraña, y yo la extrañaré más de lo que pueda decirle. A veces se lo diré. Otras veces no. 

Y cuando ella cierre casa seguirá siendo mi piso, mi espejo que me dirá te ves bonita hoy, mientras me arreglo para salir, mi puerta que rehusará a cerrar si yo he olvidado las llaves, y la estación de bus donde me espera el mismo conductor risueño de cada día. 

Cuando llegue a clases y revise la computadora, la definición cambiará. Casa será el mensaje que me habrá dejado mi hermana en el Facebook, porque habrá llegado a casa de la universidad, y aunque debería estar revisando algún libro de economía o de teoría política, perderé un rato contestándole, porque estoy aquí, no allá, y ella es mi casa, y esa casa se quedara conmigo durante toda mi clase.

En la noche, al llegar a mi piso, casa será  ese teléfono que parece acortar distancias. Mi madre del otro lado, compartiéndolo todo, desde las cosas buenas, hasta las tontas. Todos los días, sin falta. Mi padre, con las últimas noticias, de todo tipo. Mi hermana, la empatía personificada. Yo me sentiré bien de escucharlos. Por la noche, gracias a ellos, cuando cierre los ojos y este en esta casa no me sentiré menos en casa, por estar aquí. 

*Tomado del libro "Ad Infinitum", UTP, 2012.

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