jueves, 3 de mayo de 2012

It Ain't Over 'til It's Over

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Ojalá tuviera palabras para describir el juego Braves-Phillies de ayer. Pero, como bien escuché decir a los jugadores, por allá por la medianoche, cuando todo había acabado, hay cosas que no se pueden explicar. Esta es una de ellas.

Aun así, como tengo que intentar procesarlo (el beisbol es un juego cruel, siempre hay otro juego al día siguiente que sirve para bajarte de la nube), les voy a contar mi experiencia con el juego.

Cuando comencé a ver beisbol era capaz de quedarme viendo un juego hasta el final, aunque mi equipo estuviera perdiendo por 6, 8 o 10. El tiempo me ha dado algo de perspectiva (y sabiduría). Así que, como toda persona normal, cuando el juego iba 6-0 a favor de los Phillies, con Doc Halladay lanzando, dije. That’s it. Ya perdimos. Y me puse a hacer otra cosa.

Hago un paréntesis aquí para contarles que, al menos, me fue mejor que al Sr. Ryan Lawrence (@ryanlawrence21), periodista que cubre a los Phillies que, en ese momento, señaló que “caminaría hasta Filadelfia” si Roy Halladay perdía el juego. 

Le demorará bastante caminar desde Atlanta hasta Filadelfia.

Pero el punto es que yo también perdí la fe por un rato. Pero, fanática en el fondo, me volví a fijar en el juego un rato después. Los Bravos iban ganando 8 a 6. En ese momento me sentí terriblemente culpable. Por mi falta de fe me había perdido toda la diversión!

Claro, eso me duró hasta que Carlos Ruiz (duele el doble cuando son los panameños que le dan duro a mi equipo) se encargó de que el juego fuera 12 a 8. Y, claro, como mujer de poca fe que soy pensé, no lo van a hacer de nuevo.

Esta es la peor parte. Me arrepiento. Mea culpa. Lo siento. No lo vuelvo a hacer. Porque sí, obviamente, lo hicieron de nuevo. Yo que me voy a comer algo y el juego que de repente va 13 a 12. Y viene mi closer. Kimbrel se va a encargar.

Excepto que no. Y el juego está empatado. Me está comenzando a dar acidez. ¿Será que alguien saca un out? ¿Será que alguna vez se acaba este juego? ¿Será que poder dormir hoy?

La historia tiene un final feliz. Y si lo tiene es porque este equipo todavía tiene a Chipper Jones, que, a sus 40 años, todavía es capaz de recordarme porque en 1995 decidí convertirme en fanática de los Bravos. El mismo Chipper que ha estado presente por cada temporada de beisbol que he visto en mi vida. Ese que se retirará al final del año.  

Por hoy, me deja ese homerun para ganar el juego. Ojalá pueda dejarme muchos más momentos a lo largo de la temporada.

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