martes, 25 de noviembre de 2014

Día Internacional de la No-violencia contra la Mujer

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Me pregunto que se dice un día como hoy. ¿Cómo comienzas la conversación? ¿Cuál es la frase de rigor?  ¿Feliz día Internacional de la No-violencia contra la Mujer? Un poco larga la frase, por no decir un tanto absurda. Y ¿a quién se supone que debo felicitar? ¿A las mujeres por sobrevivir? ¿A los hombres no violentos? ¿A la sociedad que avanza a pasos agigantados y a pesar de eso todavía necesita de un día como este?

No. Creo que no hay que felicitar a nadie. Así no comienza el diálogo.

Tal vez comienza así: Yo soy mujer, y hoy me doy cuenta de lo afortunada que soy. Nunca he sido violada ni he sufrido ningún tipo de violencia física por el hecho de serlo. Como toda mujer, sin embargo, he hecho el mismo trabajo que un hombre por mucho menos sueldo. Me han hecho sentir incomoda, insegura y preocupada. He caminado hacia mi carro de noche mirando hacia todos lados con las llaves en la mano, por si acaso necesito usarlas como arma.

He tenido que aguantar “cumplidos” al caminar por la calle. He aprendido que es mejor alejarse que decir que no. He sentido miedo.

Aun así, yo soy de las dichosas. El miedo a algo que puede pasarte es infinitamente mejor que el miedo a algo que ocurre todos los días. (En India, en Afganistán, en Siria, en Honduras, en todos lados)

Repito. No hay que felicitar a nadie el día de hoy. (No es un día de esos). Ni siquiera vale felicitarnos a nosotros mismos por lo mucho que hemos avanzado. (No hemos avanzado lo suficiente). Hoy, simplemente, nos toca abrir los ojos. Mirar. Entender, quizás. No el feminismo. No las muchas razones que tienen las mujeres para sentirse oprimidas, asustadas, menospreciadas. No. Esa es la discusión de todos los días. Esa es la pelea de igualdad. Esa sigue viva, pero no es la de hoy. La de hoy es por aquellas mujeres que no pelean simplemente por ser iguales, que no pelean por una educación, que no pelean por una voz, sino que pelean por sus vidas.

Suena absurdo que todavía se necesite un día como hoy. Pero así somos. Aquí estamos. Tal vez (sueño maravilloso) en quince, veinte, cuarenta años esta fecha resulte absurda. Ojalá sea así.  Ojalá me toque verlo. Mientras tanto, no me queda más que decirlo en alto. Gritar. Por las hermanas Mirabal. Por aquella mujer en India, y la otra, y aquella en Afganistán, y en Honduras, y en muchos otros lugares. Por ellas, y por todas nosotras.   


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