martes, 8 de abril de 2014

Vamos al teatro, vamos al teatro, amos, amos.

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                           “Cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario.”

Nadie va al teatro, así que para que inventar OTRO, me escribió alguien ayer por twitter, cuando dije que no tenía ninguna intención de ver del debate, ya tenía una cita con el nuevo Teatro La Estación.

Hoy, al escuchar los comentarios, no me queda más que decir: Decisión acertada. No solo porque no vi la cosa esa que mal quieren llamar debate, sino porque hoy estoy más convencida que nunca que, quizás, si ponemos de nuestra parte, tal vez, a lo mejor, el teatro, este teatro, el bueno, si pueda salvar al mundo.

Yo amo el teatro. No pretendo ser observadora imparcial. Estuve muchos años en el grupo de teatro en la escuela, y aunque lo mío siempre fue más escribir que actuar, cuando has tenido la oportunidad de pararte ahí, frente a un público, de vivir ese momento que es casi bajarse los pantalones y mostrarte cómo eres, porque desde allá arriba es difícil esconder cosas, pues, como que nunca pierdes el amor. 

Pero, quizás por eso, o tal vez porque así nací (criticona), tiendo a ser más dura con el teatro que con el cine, o hasta con los libros. Al cine no le pido obras maestras, solo tiene que entretenerme. Es muy fácil tirar un libro a la basura (o, para algunos que de verdad de verdad se lo merecen, por el balcón) cuando ya has llegado al hastío. En una obra, y, particularmente porque, a pesar de todos mis defectos, me enseñaron a ser cortes, uno se aguanta. ¿Qué más voy a hacer? ¿Pararme en medio de la función y decir, chau, que va, no aguanto más?

Impensable. Yo también he estado allá arriba.

No sé por qué, pero, además, soy más dura con las comedias que los dramas. A lo mejor es porque soy llorona, así que eso de llegarme al alma es más fácil que lo de hacerme reír. Comedias tontas hay muchas (muchas, muchas, muchísimas), pero comedias inteligentes, pfff, eso es más difícil que pedir cordura a los políticos panameños.

Hay dos méritos aquí. El de escoger un buen texto. (Y no, no es fácil. En verdad pareciera que es MEGA difícil, considerando las obras que he tenido la desgracias de ver) Y, claro está, el de una puesta en escena no solo adecuada, sino maravillosa.

Con el director (ese que nadie sabe lo que hace cuando las cosas salen bien, pero al que todo el mundo critica cuando las cosas salen mal), no me queda más que decir, bravo. Me quito el sombrero metafórico.

Pero, por sobre todo (y no por eso hay que olvidar escenografía, audio, música, iluminación y todas esas cosas que uno toma por sentado), el sombrero metafórico hay que quitárselo con los actores. Yo no sé si esto es cuestión de gusto (seguro la respuesta es sí), pero normalmente yo salgo de una obra de teatro diciendo, fulanito es buen actor, menganito está más o menos bien, y el resto, ufff, que no me los pongan en otra obra jamás.
En serio. Ese digo. Y generalmente, porque soy así de bocona, lo digo en alto. Lo que pasa es que no conozco a suficiente gente en el mundo del teatro como para que me odien por eso. (Y ya que estamos en el asunto de los odios, queridos escritores, MOVE ON). Pero hay gente que hace una obra y se creen actores. Hay gente que hacen varias obras y se creen actores. Y luego, están los actores que vi ayer.

No tengo tiempo (ni espacio, han visto como pretendo hablar de una cosita y termino escribiendo diez párrafos) para hacer una reseña especifica de Toc Toc. Seguramente la haré en los próximos días. La obra se lo merece. Pero, ahora, me voy a concentrar en los actores. Pero no en uno solo, no. Nadie se robó la obra. O, si alguien se robó la obra, fue un atraco en conjunto. Nadie desentono. Todos tuvieron momentos brillantes. Por momentos, me sentí en la piel de cada uno de ellos.

Y, cuando salir, cuando salí, me dije a mi misma…pues, podría verla de nuevo.

(DE NUEVO. UNA OBRA DE TEATRO. CUYO FINAL YA SÉ ME. CUYOS CHISTES YA CONOZCO. SÍ. DE NUEVO. DE NUEVO, REPITO. DE NUEVO)

Pero, aunque me gustaría volver a verla, espero no tener la oportunidad. Espero que ustedes vayan. Llenen la sala. Espero que no quede un solo boleto para que yo pueda ir a reírme de nuevo. Después de todo, si vamos a comenzar con este asunto de salvar el mundo, ya es hora de que dejemos de pensar en la política y comencemos a concentrarnos en las artes y en la educación. Por ahí, por ahí es que esta el camino, camino, ino, ino. 

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